APRENDIENDO A LEER: ESTOS SON LOS PRINCIPALES ERRORES QUE SE COMETEN CON NIÑOS Y NIÑAS

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Mónica Lepín, Educadora de párvulos y editora de Caligrafix, entrega claves y recomendaciones de los principales desafíos que enfrentan los niños (as) durante el aprendizaje, además de cómo la familia puede convertirse en un apoyo positivo en este proceso. 

Para muchos niños y niñas que partieron 1º año básico, uno de los grandes desafíos de esta etapa escolar es aprender a leer, lo que a la vez, puede generar grandes expectativas no solo en ellos (as) sino también en los padres y madres que en muchos casos, se angustian al observar que hay poco progreso o dificultades para que su hijo (a) concrete este aprendizaje.

¿Hay una edad específica en que ya un niño (a) debe saber leer? Mónica Lepín, Educadora de párvulos y editora de Caligrafix, la primera editorial en Chile y América Latina en incorporar realidad aumentada a su material educativo, que participa de la red Por un Chile Que Lee, que busca aportar iniciativas para enfrentar las brechas de aprendizajes en lectura de los y las estudiantes, explica que para aprender a leer se requiere de cierta madurez en el desarrollo cognitivo y cerebral de los niños. Hay quienes aprenden a leer a los 3 años de edad y que lo hacen de manera muy natural, igualmente sucede con niños y niñas que se encuentran en la etapa preescolar (prekinder y kinder). Esto sucede por la curiosidad de ellos y sus propias habilidades, pero no es lo esperado para su etapa de desarrollo”.

“En general, la edad esperada para este gran momento cognitivo es entre los 6 y 7 años, cuando los estudiantes están cursando el 1º año básico. Debemos recordar que cada niño y niña tiene sus propios ritmos de aprendizaje, algunos pueden aprender al inicio, durante o finalizando este curso.  Si el niño (a) no logra aprender a leer en este periodo, es un signo de atención para padres y profesores, ya que podríamos estar frente alguna dificultad de aprendizaje. Sin embargo, factores externos como falta de asistencia al colegio por la pandemia sin duda tienen como consecuencia un rezago lector”, agrega la profesional.

 ¿Cuándo hay que preocuparse? “hay señales previas que podrían ser clave para alertarnos de que el niño (a) podría tener alguna dificultad, por ejemplo, trastornos del lenguaje,  déficit atencional e hiperactividad; puede suceder que el estudiante tenga una dificultad en su aprendizaje que no se haya detectado y al momento de iniciar su proceso lector, será evidente esta dificultad y presentará problemas en la conciencia fonológica, en relacionar los fonemas con sus respectivos grafemas, no identificar el sonido inicial de las palabras, no reconocer y formar sílabas, por lo tanto palabras. Por eso es fundamental la comunicación con el profesor, ya que ellos podrán visualizar en el aula cualquier dificultad que vaya teniendo el estudiante. Ante esto padres y/o apoderados, cuidadores, deben seguir las sugerencias metodológicas entregadas por el docente y, de ser necesario, solicitar ayuda con un psicopedagogo, ya sea dentro de la misma escuela o fuera de ella,  quién también podrá derivar a otro especialista en caso de ser necesario”, enfatiza Mónica.

Ahora, respecto a cuáles podrían ser los orígenes de la dificultad de aprender a leer, la experta de Caligrafix recalca que “puede ser muy variable o bien multicausal. Por ejemplo, y lo más simple, son los casos en los que algunos de los precursores del aprendizaje de la lectura no han sido bien abordados, como es la conciencia fonológica o el discurso narrativo. Pero también nos encontramos con dificultades de aprendizaje, cognitivas, sensoriales e incluso emocionales”.

 ¿Cómo apoyar a tus hijos (as) en este proceso de aprendizaje? 

Mónica explica que “en primer lugar hay que respetar el ritmo de aprendizaje de cada niño y niña, no presionar, y por lo tanto, evitar la ansiedad del adulto, ya que es muy fácil de transmitirla a los más pequeños cuando un adulto quiere enseñar algo, y más aún cuando es un proceso cognitivo tan complejo como la lectura. Abordar este proceso como algo natural, no obligatorio ni como un deber. Por eso practicar de manera lúdica es clave para que los hijo/as lo disfruten y no lo vean como algo negativo, ya que el juego es innato en los niños. Recordar que el trabajo es colaborativo, no solo es responsabilidad del profesor, es de toda la comunidad educativa y esto incluye a la familia”.

“Una vez que los pequeños ya comienzan su proceso de lectoescritura, podemos pedirle que en un cuento o revista, o lo que tenga a disposición, juegue a reconocer, en primera instancia las vocales, preguntar qué cosas comienzan con tal letra. Ya una vez más avanzando en este proceso, podemos jugar con tizas o témperas en el patio o en una pared, en pliegos de papel, pedirles que escriban sílabas, palabras cercanas como su nombre, mamá, papá y luego que vaya juntando vocales con consonantes para formar nuevas palabras, sencillas en un inicio, por ejemplo: sapo, lima, mesa, mimo, y de a poco aumentar la dificultad hasta llegar a palabras y oraciones sencillas, por ejemplo: Mi mamá me ama. Una vez que el niño o niña comienza a leer, podemos pedirle que nos lea cosas, por ejemplo etiquetas de envases, títulos de revistas o libros; si vamos al supermercado invitarlo a leer los productos que vamos seleccionando, si leemos un cuento, que él lea una página y el adulto otra”, recomienda Mónica.

Otra forma de refuerzo positivo en esta etapa de los pequeños es a través de material educativo. “ La línea preescolar de Caligrafix tiene Trazos y letras 1 y 2, aquí encontraremos actividades relacionadas a la iniciación a la lecto escritura, es un buen material para comenzar a acercar a los niños en este proceso”, revela la profesional.

Por otro lado,  Caligrafía para 1º básico, primer y segundo semestre, posee actividades que favorecen el desarrollo de la escritura y la lectura en forma conjunta, y se fundamentan en un modelo de aprendizaje integrado que contempla la conciencia fonológica y la comprensión lectora.

“De nuestra colección de literatura infantil y juvenil de Viaje literario, encontramos el título “El pulpo equivocado”, escrito por Pilar Muñoz Lascano e ilustrado por Matías Acosta. Recomiendo este cuento, ya que es muy sencillo, tiene poco texto en cada página y la letra tiene un tamaño adecuado para quienes ya iniciaron el proceso lector”, finaliza Mónica.

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