En nuestra incansable búsqueda por mejorar la educación, a menudo nos concentramos solamente en cifras y estadísticas relacionadas con niveles de lectura, matemáticas y otras competencias académicas. Y no está mal. De hecho en nuestra Fundación hemos puesto un especial énfasis en ello.
Sin embargo el desarrollo integral de un niño involucra también habilidades sociales y emocionales que si no se desarrollan en cierta etapa de la vida, pueden no llegar a desarrollarse nunca.
Instancias como conversar en familia, jugar con los padres y establecer rutinas saludables de sueño, aprendizaje y alimentación son elementos esenciales en esta línea. Pero la escasez de tiempo de los cuidadores, el uso excesivo de pantallas y otras variables ha implicado que lo anterior no se incorpore lo suficiente como se debería, sobre todo en contextos vulnerables. Y esa es una de las grandes brechas socioeconómicas que debemos combatir en Chile.
En la Fundación, a través de sencillas actividades lúdicas como pintar en familia, crear elementos de juego o armar calendarios de rutinas diarias, ya hemos logrado un avance con más de mil familias en Chile, pero necesitamos que como sociedad atendamos este asunto.
Estamos hablando de una inversión en autoestima, autocontrol, respeto de turnos, aumento de vocabulario, expresiones afectivas, seguridad, empatía, capacidad para comunicarse y formación de hábitos disciplinados.
Ha llegado el momento de devolverles a nuestros niños su infancia y asegurarnos de fortalecer y favorecer las dinámicas familiares. El hogar, la primera escuela, los padres, los primeros educadores ¡siempre!
Anne Traub, directora ejecutiva de la Fundación Familias Power