RODRIGO ROZAS: MÚSICA, FOTOGRAFÍA & LOGTECH: DE GERENTE DE UNA MULTINACIONAL A EMPRENDEDOR TECNOLÓGICO

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El actual CEO & Co-founder de la Logtech Tranciti, la única en nuestro país y América Latina que opera desde la primera hasta la última milla en un único ecosistema propietario SaaS (Software as a Service), revela algunos detalles de cómo fue pasar de ser gerente de una multinacional a dar vida a un emprendimiento y cómo esto ha sido posible también por su amor a la música y a la fotografía.

 “Ad portas de cumplir 50 años siento que tengo más proyectos y energía que cuando tenía 20. Es que, uno sigue aprendiendo siempre, vas explorando y reinventándote cuántas veces sea necesario”, cuenta Rodrigo Rozas, actual CEO & Cofounder Tranciti, Logtech, y, la única en nuestro país y América Latina, que opera desde la primera hasta la última milla en un único ecosistema propietario SaaS (Software as a Service).

Estudió publicidad, y, aún siendo alumno, trabajó en el área de marketing en una reconocida empresa de productos lácteos de nuestro país. Además, desde niño, fue atraído por el  arte, en especial, la fotografía y la música, creando con el tiempo, su propia banda El Expresso, que mantiene hasta el día de hoy y con los cuales ha sacado varios discos. “LIAR” es su más reciente álbum.

Como fotógrafo, con su cámara registró el estallido social para una revista y, además, lideró un proyecto fotográfico para el Teatro Municipal retratando el tras bambalinas de varias obras que cobraron vida en ese escenario. “Yo le pongo pasión a cada cosa que hago porque siempre quiero que salgan bien”, reflexiona.

Por eso, a sus cortos 20 y tantos años, sintió la motivación de aprender de un mundo, hasta ese momento un poco ajeno: el corporativo y, qué mejor que hacerlo en una empresa multinacional como Philips. Fue así que ingresó, en 1998, tal como él mismo indica “con cero conocimiento técnicos y corporativos”, como asistente de productos, consagrándose como el profesional más joven de aquella compañía por ese entonces.

Su falta de experiencia y juventud, no fueron un impedimento para él. “Sabía que me iba a costar hacer carrera acá, por ende, también sabía que iba a tener que aprender y trabajar mucho” cuenta.

Y su visión dio frutos, su ascenso fue bien meteórico. Durante sus 18 años en esta organización, se desempeñó y destacó en distintas tareas, llegando a ser General Manager de Iluminación en Chile. Una muestra de su espíritu lo retrata en la siguiente anécdota: “Mi jefe tenía un sillón en su oficina y me dijo que yo, en unos 15 años me iba a sentar ahí. Tres años después, tras su jubilación, le pedí a la persona que estaba a cargo del orden de la oficina, que la guardara en una bodega porque, cuando me sentara ahí, le iba a mandar una foto a mi ex jefe, pero no después de 15 años, sino que mucho antes”, cuenta entre risas.

Dicho y hecho. A los 5 años, llegó a ese cargo. Y sí, le mandó la foto sentado en la silla, tal como lo decretó. Más tarde, le ofrecieron ejercer cargos fuera de Chile y si bien, siempre se había negado, cuando dijo que sí, para irse a México, hubo un cambio interno en la multinacional que finalmente lo dejó en nuestro país, pero a cambio de esto, Rodrigo pidió realizar el MBA “Business Administration and Management” de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Deseo concedido y es acá donde se inicia la historia de Tranciti, ya que es en este MBA que conoce a Gonzalo Fuenzalida, actual Co- Founder & Chief Commercial Officer de esta Logtech y a Cristián Matetic, el actual presidente del directorio de Tranciti. 

Pero antes de dar con la creación de Tranciti, los tres se transformaron en grandes amigos. Luego, dieron origen a Waypoint que más tarde se convertiría en Tranciti. Durante el primer tiempo, Gonzalo se dedicó 100% al negocio, mientras que Rodrigo permanecía en la multinacional, pero ya, después de 18 años allí, con ganas de cerrar el ciclo, para poder comenzar otros.

Hubo un momento crucial en esta dirección: En el último evento que le tocó participar como Gerente de la Multinacional, tocó una banda de jazz, y un compañero de trabajo le dice “he escuchado siempre que eres músico, pero nunca te he visto tocar nada”, a lo que un amigo suyo respondió “es que él es músico, su hobby es trabajar acá”. Acto seguido y, de manera simbólica, se subió al escenario para tocar junto al grupo. Y fue así que cerró ese ciclo.

40 días: ¿Y ahora qué hago?

Tras esta decisión, y, como una forma de resetearse, junto a Fernanda Hansen, periodista y ex animadora, quien hoy es su esposa, se fueron de viaje por 40 días fuera de Chile. Entre medio, intentó generar un negocio con una reconocida marca de lujo de cámara fotográfica, pero que terminó siendo inviable.

“Me acuerdo perfecto que volvimos a Chile el 3 de septiembre de 2014. Ese día me di cuenta que no tenía nada que hacer, y me pregunté y ahora ¿qué hago?”, rememora. Según detalla, le habían ofrecido cargos corporativos en otras empresas, pero sentía que era más de lo mismo, por lo que había declinado todas esas ofertas.

Fue así que se decidió llamar a Gonzalo Fuenzalida, ese amigo que conoció en el MBA y éste, lo invita a ser parte de Waypoint. Ya, el 11 de septiembre estaba trabajando.

Pasar de trabajar en una multinacional a un emprendimiento no es precisamente miel sobre hojuelas y lo reconoce. Sin embargo, enfatiza que: “no tenía ninguna aprensión desde la mirada egocéntrica, que pasé de ser gerente a ser parte de un emprendimiento. Al contrario, tener la posibilidad de hacer algo que pensaba que podía funcionar, y, algo propio, trabajar con un amigo, lo vi como una gran oportunidad”.

“El mayor paradigma que tuve durante mucho tiempo, fue que es muy difícil entregarle valor a una empresa que está partiendo, desde el mundo corporativo. Un emprendimiento no tiene la capacidad para llevar a cabo lo que el mundo corporativo dice que son básicas. Por eso, le dediqué mucho tiempo a acompañar a Gonzalo a ver cómo contribuir en hacer cosas, pero el mundo del emprendimiento es mucho más duro”, comenta.

“Siempre nuestro leitmotiv fue hacer lo mejor que podemos con los recursos que tenemos. Y como, Tranciti, siempre fue una empresa que se financió con capital propio, el crecimiento se ha hecho en la medida de lo posible, en la medida que hemos ido logrando hacer grandes que nos han permitido ir creciendo en cada área”, agrega.

Y Rodrigo reflexiona que hubo un momento en particular que lo hizo ver lo grandioso que es construir algo propio. “Recuerdo la celebración del 18 del primer tiempo en Tranciti, bajaron unas personas a comprar unas empanadas en una sala pequeña. Mi último 18 lo había celebrado en Philips en un centro de eventos, con premios, viajes y música en vivo. Esto fue simbólico, ya que tuve la sensación de empezar a construir algo y eso es algo que me mueve, pero hay que hacerlo sin miedo a equivocarse”.

Lo que lo lleva a parafrasear a Novak Djokovic, tenista número 1 del mundo. “Él dijo algo que me marcó mucho y era que, llegó a ser lo que era no porque dejara de cometer errores, sino porque hizo un trabajo mental para salir del error lo más rápido posible”.

“Emprender es eso,  cometer errores, pero corregirlos rápido y salir adelante porque no hay forma de no cometer errores. Por otro lado, mi gran obsesión también ha sido armar equipo. Cuando entré a Philips, yo era el más penca de ahí y,  no lo digo en forma poética, era objetivamente el más malo del equipo, pero por lo mismo no me quedaba otra, que aprender y trabajar mucho”, dice.

Adiós etiquetas

“Una de mis funciones en Tranciti es darle el espacio a mi equipo para que ellos puedan tomar una decisión, facilitar para que puedan trabajar más, para que se desarrollen más, porque formar equipo y hacer que las personas se desarrollen, es impagable, es un activo en la empresa”, cuenta Rodrigo sobre su rol en la Logtech.

“Además, la fotografía entrega una habilidad fundamental que es mirar, y paso mucho tiempo observando, y eso viene de la contemplación que te da ser fotógrafo. El emprender tiene mucho de mirar, de estar ahí tratando de ver cómo encajan las piezas, cómo componer este mundo empresarial desde la observación”, reflexiona.

Por otro lado, según cuenta, “la música, también te hace entender la importancia del rol que tiene cada persona que compone una banda y de estar sincronizados”.

“Hay cosas que Gonzalo (Fuenzalida) hace mucho mejor que yo y probablemente hay cosas que veo mejor que él y nos vamos complementando en el camino, haciendo que esto funcione. Para generar equipos de excelencia, hay que generar espacios para que se puedan desarrollar, destacarse y que esto, se pueda capitalizar”, enfatiza.

Una de las cosas que Rodrigo es muy enfático es intentar tener una mente fuera de etiquetas y estereotipos. “Yo soy músico, soy fotógrafo y soy corporativo. No es que sea una sola cosa, las soy todas. Y es justamente esto lo que me da libertad de acción y poder para convivir con todos estos mundos”, comenta.

“Decir que uno no tiene nada más que aprender es la soberbia hablando. Siempre hay algo que aprender, lo haces todos los días. Siempre estamos cometiendo errores en la vida, por ende, la lección es que siempre hay algo que podemos aprender. Siempre vienen nuevos desafíos y viene un nuevo proceso de aprendizaje”, finaliza.

Para más información:

www.tranciti.com

LinkedIn: Tranciti