Por Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario, Ingeniero Comercial, Magister en Administración de Empresas de IEDE y Master de Administración de Empresas en la Universidad de LLeida
El mercado inmobiliario es un mundo vertiginoso en el que transformarse en arrendador es una decisión que requiere distintas consideraciones.
Precisamente, en esta temporada estival con sus particulares desafíos, es el momento en el que es importante que los propietarios -especialmente los primerizos- puedan adoptar estrategias inteligentes para garantizar un arriendo exitoso de sus inmuebles.
Para esto, es imperativo entender las diferencias entre el arrendamiento a corto y largo plazo, así como los riesgos asociados a cada modalidad.
Primero, si hablamos del mercado de renta corta (alquiler de viviendas por períodos cortos, por lo general en vacaciones), las plataformas digitales como Booking y Airbnb se alzan como aliadas confiables, ya que, a pesar de los costos asociados, ofrecen mayor seguridad a través de seguros. Este respaldo financiero se convierte en un salvavidas ante posibles daños al inmueble o imprevistos con el arrendatario. La alternativa de arrendar a conocidos es otra opción, brindando un nivel adicional de confianza en la elección de quienes ocuparán la propiedad.
Asimismo, también existen empresas que gestionan propiedades mensualmente y las subarriendan, emergiendo como una alternativa confiable, siempre y cuando hayan seguros de por medios, que cubran eventuales daños a la propiedad y a los muebles, para asegurar la tranquilidad del inversionista.
En este mercado, existe el riesgo de optar por arriendos “informales”, donde la falta de contratos y formalidades pueden transformar un negocio prometedor en algo poco rentable. La arriesgada decisión de arrendar sin acuerdos formales puede resultar perjudicial y derivar en daños al inmueble o a los enseres, lo que en números fríos es un daño a la inversión.
Sobre la llamada renta larga, el ceder un activo significativo a un inquilino requiere un análisis crediticio acorde a la importancia de la operación, dado que estamos entregando nuestra propiedad a desconocidos por un período de un año, generalmente. Por esto, evaluar el ingreso mensual y asegurarse de que el canon de arriendo no exceda el 30% de los ingresos conjuntos de los postulantes, es fundamental. La revisión de Dicom y el comportamiento de pago son factores clave para evitar malos ratos.
Otros aspectos a considerar es la naturaleza del empleo del arrendatario y la composición familiar, siendo factores que influyen en la decisión de arrendar a largo plazo. Es mejor evitar arrendar propiedades con un solo dormitorio a familias de más de 3 personas, para evitar el riesgo de deterioro que se puede generar, así como también, no caer en quienes afirman tener el año completo de arriendo al contado, pero no entregando sus antecedentes crediticios o comportamientos de pago.
La autenticidad de la información proporcionada por los arrendatarios también es importante, considerando que, gracias a la tecnología, la falsificación de documentos es una amenaza constante.
En mi experiencia, un indicador valioso de la salud financiera de los arrendatarios radica en sus pagos de gastos comunes. Este aspecto suele ser el primero en descuidarse en tiempos de problemas de liquidez, entregando una señal temprana de posibles complicaciones.
Considerando cuidadosamente estos puntos, los inversionistas primerizos no debieran tener inconvenientes. Para que estas primeras experiencias arrendando sus propiedades, no se transformen en debut y despedida de este dinámico y entretenido mercado.
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