“Me gustaría ser profesor y tener esa cantidad de vacaciones” , de seguro más de alguna vez has escuchado a alguien comentar este tipo de frases, debido a que las vacaciones coinciden con el fin del año académico, que en el caso de Chile es enero y febrero.
“Tomar tiempo libre mejora el rendimiento laboral, proporcionando a los educadores una perspectiva renovada y una mente fresca al regresar al aula”, explica Francisca Sáez, Directora Ejecutiva, Corporación Educacional Eventuras, especializada en aprendizaje socioemocional.
Los últimos años no han sido fáciles para los docentes ni quienes trabajan en los establecimientos educacionales. Tras el confinamiento y la crisis sanitaria causada por el Covid -19, la salud mental de educadores (as) se vió seriamente afectada, llegando a su cúspide el pasado 2022 con un 16.6% de docentes solicitando licencias médicas por salud mental.
Es que el confinamiento por la pandemia de Covid-19 vino a exacerbar la sobrecarga laboral, la presión por los resultados académicos y por sobre todo a mostrarnos cuán dañada estaba la salud mental de adultos y niños de nuestro país.
Un estudio desarrollado por la Universidad Católica, indica que los docentes trabajan todas las semanas, en promedio, 11 horas extras de su jornada, lo que evidencia la sobrecarga laboral de estos profesionales, que, sin duda, viene arrastrando hace años graves consecuencias físicas y emocionales.
“A esto se suman otros factores tales como: la exigencia de nivelar académicamente a niños y niñas que tenían dos años de retraso escolar, frustración por no poder hacer sus clases, estudiantes desregulados en el aula y severos problemas de salud mental”, enfatiza Francisca Sáez, Directora Ejecutiva, Corporación Educacional Eventuras, especializada en aprendizaje socioemocional.
Entendiendo que este tipo de problemáticas no se solucionan en un par de semanas o meses, la profesional indica que “las vacaciones proporcionan la oportunidad de recargar energías, tanto física como emocionalmente, después de períodos intensos de enseñanza. Además, contribuyen significativamente a la salud mental, al permitir a los profesores reducir el estrés y dedicar tiempo a actividades que favorecen su bienestar. Tomar tiempo libre también mejora el rendimiento laboral, proporcionando a los educadores una perspectiva renovada y una mente fresca al regresar al aula”.
“Además, es esencial aumentar los factores protectores contra el estrés y el cansancio, así como establecer un equilibrio entre el trabajo y la vida personal para prevenir episodios de agotamiento o el temido “burnout”. Mantener una rutina que fomente el autocuidado y proporcione espacios para la regulación emocional, incluso durante las vacaciones, desempeña un papel crucial en la recarga de energías. Estas pausas también brindan la oportunidad de dedicarse al desarrollo personal, fortalecer relaciones interpersonales y prevenir el agotamiento profesional, asegurando que los profesionales puedan desempeñar sus roles de manera efectiva y sostenible a lo largo del tiempo.”, agrega Francisca.
Para ello, entrega las siguientes recomendaciones para profesionales que, con pasión y vocación, se dedican a formar a niños y niñas en nuestro país puedan aprovechar al máximo sus vacaciones, recargando energías y regresando al trabajo con una mentalidad renovada y positiva.
Cultivar Hábitos Preventivos para la Salud Mental
La ciencia ha identificado al menos tres variables que pueden impactar significativamente tanto en la salud mental como física. En primer lugar, una adecuada higiene del sueño desempeña un papel crucial. Se recomienda dormir alrededor de 8 horas continuas, evitando despertares frecuentes que puedan interrumpir el ciclo de descanso.
En segundo lugar, la alimentación juega un papel fundamental. Una dieta equilibrada que incluya una variedad de nutrientes provenientes de vegetales, frutas y semillas, así como grasas saludables, contribuye a mantener la salud mental y física. Además, es importante mantener una hidratación óptima para el correcto funcionamiento del organismo.
Por último, la incorporación de actividad física regular en nuestra rutina diaria es esencial para mejorar el bienestar general. Actividades simples como caminar durante al menos 20 minutos al día o participar en clases grupales de una actividad que disfrutemos pueden ser suficientes para reducir los niveles de cortisol en nuestro cuerpo y promover una sensación de bienestar.
Adquirir y mantener estos hábitos preventivos no solo puede ayudar a prevenir problemas de salud mental, sino que también contribuye a fortalecer nuestra salud física y emocional a largo plazo.
Desconectarse digitalmente
Si bien puede parecer difícil en un mundo cada vez más conectado, vale la pena. Intentar desconectarse del correo electrónico y las redes sociales durante al menos algunos días, ya que esto facilitará un descanso mental mucho más completo. Otra idea es establecer horarios de conexión limitadas, de este modo, evitarás estar pegado (a) a la pantalla en vez de realizar otro tipo de actividades.
Practica Mindfulness o Meditación
Numerosos estudios han demostrado que la práctica regular de mindfulness y meditación puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en el cuerpo. Además, se ha encontrado que estas técnicas son eficaces para disminuir los síntomas de ansiedad, depresión y trastornos relacionados con el estrés.
Incluso para aquellos que encuentran difícil la práctica tradicional, existen alternativas respaldadas por la ciencia, como la respiración profunda o actividades creativas como pintar, cuidar plantas o hornear.
Conecta con la gente que quieres
Las vacaciones representan una oportunidad invaluable para dedicar tiempo de calidad a nuestras relaciones personales, ya sea con amigos o familiares. Estas interacciones sociales no solo son gratificantes a nivel emocional, sino que también ofrecen una serie de beneficios científicamente respaldados para el cerebro.
La investigación en neurociencia ha demostrado que las interacciones sociales activan regiones específicas del cerebro relacionadas con el procesamiento emocional, la empatía y la conexión interpersonal. El contacto social estimula la liberación de neurotransmisores como la oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, que promueve sentimientos de confianza, empatía y afecto.
Además, las relaciones personales sólidas y de apoyo se han asociado con una mejor salud mental y emocional. Las personas que mantienen conexiones sociales fuertes tienden a experimentar niveles más bajos de estrés, depresión y ansiedad, y tienen una mayor sensación de bienestar general.
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