Hace poco más de dos años, el mundo fue sacudido por la irrupción de la inteligencia artificial generativa, como ChatGPT, Llama y Grok, entre otros modelos. Me atrevo a afirmar que la mayoría de las personas no solo en Chile, sino en el mundo entero hablaban de la IA, sobre su potencial e incluso algunos se aventuraron a predecir que cambiaría la forma en que trabajamos y vivimos. Sin embargo, hoy, cuando el polvo se ha asentado, surgen algunas preguntas que son inevitables: ¿Qué impactos reales ha tenido la IA en nuestra forma de operar? ¿Hemos logrado traducir esas promesas en mejoras tangibles (eficiencias y automatizaciones principalmente) en nuestros procesos y en la vida cotidiana?
En el ámbito de la logística, las respuestas son tan reveladoras como perturbadoras:. No todos están preparados para aprovechar al máximo esta revolución tecnológica. Por una parte, no cuentan con el volumen de datos necesario para entrenar eficientemente los algoritmos de IA, y por otra, carecen de la infraestructura y el conocimiento técnico para implementar soluciones que generen impacto real. Esto deja a muchos actores en una posición vulnerable, donde el potencial de la IA se convierte más en una promesa lejana que en una realidad tangible.
En este sentido, la capacidad de actuar sobre la marcha, de predecir y ajustar sin intervención humana, (apoyados por la IA), se ha convertido en un privilegio para algunos, en un mundo donde los datos son el nuevo petróleo y donde lo fundamental no es solo quién tiene acceso a esta riqueza de información, sino más importante aún, quién posee las habilidades y el conocimiento necesario para refinarla y convertirla en una ventaja competitiva real.
Ya no solo se trata de reducir tiempos de respuesta; ¡Se trata de eliminarlos por completo! Tampoco consiste únicamente de automatizar algunos procesos; sino de integrar la IA en las operaciones de la A a la Z, transformando la manera en que concebimos y ejecutamos cada etapa de la cadena logística. Además, la implementación de IA no solo beneficia a las empresas en términos de eficiencia interna, sino que también ofrece mejoras tangibles para los clientes. Con mayor transparencia en el seguimiento de sus operaciones, y reducciones de costos, logrando así que la experiencia del cliente se vea significativamente optimizada, creando un ciclo virtuoso de satisfacción y lealtad.
La verdadera fuerza de la IA radica en su capacidad para transformar la logística en un sistema autónomo y proactivo, creando un proceso que anticipe y tome decisiones en tiempo real, eliminando la necesidad de supervisión humana constante. Además, las soluciones basadas en IA bien diseñadas trabajan en colaboración con los profesionales, liberándolos de tareas repetitivas y permitiéndoles centrarse en actividades más estratégicas y valiosas. Este enfoque de ‘Co-Intelligence’ impulsa la innovación en cada etapa de las operaciones
Soy un convencido, que el futuro de la logística no se trata de qué herramientas puedes desarrollar internamente, sino más bien el verdadero desafío es cómo aprovechar la inteligencia colectiva que surge de años de experiencia, de la suma de miles de operaciones, y de la capacidad de ver patrones que, de otro modo, pasarían desapercibidos. Aquellos que han entendido esto, están en la pole position, listos para liderar una transformación radical.
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