Por María José Ibarra, directora de la Asociación Gremial de Corredores de Seguros de Chile (ACOSEG)
Hace unas semanas, un reconocido conductor de televisión entregó un testimonio sobre el cáncer que aquejaba a su esposa; en la entrevista, el rostro televisivo, hizo un importante recordatorio sobre el valor de los seguros catastróficos de salud. Destacó cómo el seguro que tenía contratado junto a su familia fue crucial para cubrir los costos del tratamiento oncológico, permitiéndoles concentrarse en la salud y no en los pormenores económicos que una situación de esta magnitud podría haber provocado.
Este ejemplo real subraya la importancia de contar con un seguro catastrófico, una herramienta que, aunque a veces resulta poco valorada, puede marcar la diferencia entre el descalabro financiero y la estabilidad. Es muy fácil confundir la frecuencia de los eventos con la magnitud de las consecuencias. Un ejemplo claro de esto es cómo nadie cuestiona la necesidad de un seguro para el auto, ya que los accidentes de tránsito son relativamente frecuentes; sin embargo, cuando se trata de un seguro catastrófico, muchos tienden a subestimarlo, quizá porque enfermedades o accidentes graves parecen menos probables en la vida cotidiana. Esta percepción es peligrosa, ya que, aunque los eventos catastróficos son menos frecuentes, sus consecuencias pueden ser devastadoras.
Los seguros catastróficos, cuya prima puede ser menor a la que se paga por un seguro de automóvil, ofrecen un resguardo fundamental al patrimonio financiero de las familias. Cuando un evento catastrófico ocurre las personas no solo enfrentan el impacto emocional y físico, sino también una carga económica difícil de asumir. Este tipo de seguros permite mitigar ese riesgo, otorgando la tranquilidad de saber que las personas no perderán los ahorros de su vida, ni comprometerán el bienestar de su familia, ante un momento difícil.
Además, contar con un seguro catastrófico ayuda a tomar decisiones más racionales en momentos de crisis. En situaciones límite, es natural que las emociones desborden y que se tomen decisiones precipitadas. Sin embargo, saber que se tiene un respaldo financiero permite actuar con más calma y claridad, eligiendo las mejores opciones de tratamiento o reparación sin el peso del costo en mente.
Al hablar de riesgo, es crucial comprender que no solo debemos evaluar la probabilidad de que ocurra un evento (frecuencia), sino también la magnitud del impacto que este tendría (severidad). Los riesgos deben medirse desde la gravedad de las posibles consecuencias hacia la frecuencia del evento. Un accidente menor de auto es un riesgo frecuente, pero que, en general, presenta consecuencias moderadas, mientras que un cáncer -u otra enfermedad de alto costo- aunque menos común, puede tener un impacto económico devastador.
En un país como Chile, donde las brechas en acceso a salud pueden generar desigualdades profundas, los seguros catastróficos se presentan como una herramienta accesible para todos aquellos que buscan proteger a su familia ante situaciones inesperadas. No se trata de vivir con miedo, sino de vivir con la certeza de que estamos preparados para enfrentar lo que venga, sin poner en riesgo todo lo que hemos construido.
Desde ACOSEG aconsejamos evaluar la contratación de un seguro catastrófico de salud oportunamente, ya que hay factores como la edad que aumentan la prima, o limitan la contratación del mismo.
Debemos empezar a ver los seguros catastróficos como una inversión en nuestra seguridad financiera. Porque, al final del día, la mejor decisión que podemos tomar es la de estar protegidos.