Actualmente, Chile recicla menos del 10% de sus residuos domiciliarios, según datos del Ministerio del Medio Ambiente. Esta cifra revela un importante rezago en comparación con países como Alemania, que supera el 50%. Christian Arriagada, Director ejecutivo Integradora Thinking, explica que “la falta de infraestructura adecuada, como puntos limpios accesibles, y la carencia de programas de recolección selectiva dificultan el aumento de esta tasa.”
Si bien la sociedad chilena ha avanzado en el reconocimiento de la importancia del reciclaje, aún existen brechas significativas en la separación de residuos en el hogar y en la comprensión de qué materiales son reciclables.
Christian Arriagada destaca que “esto se debe, en parte, a la falta de campañas educativas consistentes y claras, así como a la heterogeneidad de los sistemas de reciclaje entre comunas.”
La Ley REP ha comenzado a poner presión sobre las empresas para gestionar los residuos de sus productos, pero muchas pequeñas y medianas empresas (pymes) enfrentan dificultades para cumplir con estas exigencias.
Christian Arriagada destaca que “la falta de incentivos económicos, como subsidios o exenciones tributarias, limita la inversión en tecnologías y procesos que permitan un reciclaje más eficiente.”
Actualmente representan cerca del 50% de los desechos generados en los hogares chilenos.
Arriagada explica que “la implementación de programas de compostaje comunitario o municipal es aún limitada, y las iniciativas privadas se enfrentan a barreras regulatorias y de financiamiento. Esto no solo genera un desperdicio de recursos aprovechables, sino también contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero.”
En Chile, gran parte del reciclaje está sostenido por recicladores de base, quienes operan sin las condiciones laborales, técnicas ni de seguridad necesarias. Arriagada sostiene que “aunque algunas comunas han incorporado a estos recicladores en sus sistemas formales, la falta de políticas nacionales que promuevan su inclusión limita el impacto positivo que podrían tener.”
Christian Arriagada concluye que “para superar estos desafíos, se necesita una inversión robusta en infraestructura y tecnología para el reciclaje, así como políticas que incentiven la economía circular y especialmente entender el problema desde su origen. En este aspecto, el ecodiseño surge como una oportunidad para replantearse los productos y su elaboración desde su génesis, entendiendo que las materias primas nunca deberían llegar a transformarse en “basura”, sino que deben volver a integrarse al entorno.”
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