¿Los compuestos de la Antártica pueden impactar en la industria de los alimentos? Esta es una de las interrogantes que ha buscado dilucidar un grupo de investigadoras de la Universidad de La Frontera y que les ha permitido ir generando avances alentadores en materia de envasados de carnes.
En concreto, las científicas UFRO lograron extraer y caracterizar metabolitos secundarios de bacterias antárticas, las cuales contienen propiedades antioxidantes y antimicrobianas, lo que ayuda para la preservación de alimentos.
Esto dio paso a postular a una iniciativa realizada entre la Universidad de La Frontera y la empresa Agrosuper, donde se busca generar soluciones innovadoras que aborden desafíos dentro de la cadena de valor de la compañía, promoviendo la investigación aplicada y fortaleciendo la capacidad de conexión entre el sector privado y la academia.
Por ello, ahora el equipo encabezado por la microbióloga cubana, Dayaimi González, quien se encuentra en Chile cursando el doctorado en Ciencias mención Biología Celular y Molecular Aplicada de UFRO, está desarrollando un innovador material, que consiste en una fibra electrohilada.
Este material, que permite la creación de un envase, está cargada con los compuestos bioactivos de bacterias antárticas, logrando extender la vida útil de los alimentos y reforzar su inocuidad, evitando la proliferación de microorganismos y la oxidación de la carne. “Estas bacterias, al vivir en condiciones extremas, producen compuestos novedosos con un alto potencial biotecnológico”, explica González.
“La mayoría de los envases bioactivos actuales utilizan compuestos extraídos de plantas. Nosotros buscamos aportar con una alternativa basada en microorganismos de ambientes extremos, capaces de producir sustancias con propiedades únicas”, señala González.
En ese contexto, actualmente el equipo de investigadores se encuentra “evaluando si la fibra mantiene sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes al ser aplicada en un envase, y además probando su porosidad y capacidad de liberar los compuestos activos en el entorno donde está el alimento”, detalla la doctoranda UFRO.
Si las pruebas son exitosas, durante los seis a ocho meses que considera el proyecto, esta tecnología no solo podría aplicarse en productos cárnicos, sino también en frutas, vegetales y otros alimentos de alto contenido de agua. “A nivel mundial, este tipo de soluciones se está investigando intensamente. Sin embargo, el uso de compuestos de bacterias antárticas y la combinación de funcionalidades antimicrobianas y antioxidantes en un mismo envase nos da una diferencial”, destaca González.
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