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El próximo 23 de abril es el Día Internacional del Libro, una fecha especial que nos invita a detenernos y reflexionar sobre el valor profundo de la lectura. Más allá de ser una fuente inagotable de conocimiento y entretenimiento, leer desde temprana edad estimula la imaginación, fortalece el lenguaje, enriquece el pensamiento crítico y crea lazos emocionales únicos cuando se comparte en familia o en el aula. Es un momento perfecto para recordar que cada libro abierto es una puerta hacia nuevas ideas, mundos posibles y aprendizajes que acompañan para toda la vida.
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“Desde la primera infancia, los libros actúan como una plataforma de alfabetización emocional”, explica Paulina Schwarze, Subdirectora editorial de Caligrafix.
Fomentar el hábito lector desde edades tempranas entrega beneficios que acompañarán a las personas durante toda su vida.
Leer desde la infancia estimula el desarrollo del lenguaje, mejora la comprensión, amplía el vocabulario y fortalece habilidades cognitivas como la concentración, la memoria y el pensamiento crítico.
Además, la lectura temprana despierta la curiosidad, potencia la creatividad y contribuye al desarrollo emocional, permitiendo que los niños comprendan mejor sus propias emociones y las de los demás. Crear un vínculo con los libros desde pequeños es abrir la puerta a un mundo de aprendizaje, empatía y disfrute duradero.
“Los primeros libros que las niñas y niños encuentran en su vida son mucho más que objetos de papel o cartón: son puertas de entrada a mundos posibles, espejos donde pueden verse reflejados y ventanas para observar realidades distintas a la propia. Desde la primera infancia, los libros actúan como una plataforma de alfabetización emocional”, explica Paulina Schwarze, Subdirectora editorial de Caligrafix , Profesora de Lenguaje de la Universidad Católica, Magíster con Comprensión Lectora y Producción de texto en la Universidad Andrés Bello.
“Esta experiencia lectora se transforma en una herramienta que le permite, a su vez, transmitir su interioridad e incentiva la comunicación con otros colaborando así en su desarrollo integral”, añade.
“Además, los libros infantiles, especialmente aquellos de alta calidad literaria y visual, es decir con una fuerte carga estética y poética permiten que el niño se sumerja en la experiencia lectora desde el goce, lo que fortalece su vínculo emocional con la lectura y con el mundo. En ese proceso, la literatura no solo educa intelectualmente, sino que también forma al niño en dimensiones vitales, éticas y estéticas, ayudándolo a construir su identidad y su manera de habitar el mundo”, agrega.
Bajo esta mirada la educadora recalca que “fomentar la lectura desde temprana edad es una apuesta por el desarrollo integral de niñas y niños: no solo fortalece habilidades lingüísticas, sino que cultiva la empatía, la imaginación, la sensibilidad estética y el pensamiento crítico.
La lectura literaria es una experiencia que transforma, y permite al lector entrar en contacto con sus propias emociones y con las de los otros. Por eso, más que enseñar a “leer bien”, se trata de lectores formar que quieran y disfruten leer”.
Una puerta hacia la imaginación
Respecto a de qué forma los libros pueden fomentar la imaginación de los niños y los tipos de historias o temáticas que pueden resultar beneficiosas para su crecimiento emocional, la profesional indica que “la imaginación se cultiva cuando al niño se le ofrece la posibilidad de habitar otros mundos, de explorar con libertad lo desconocido y de hacer suyo lo ficticio.
La narrativa infantil cumple esa función esencial: crea un universo verosímil donde los pequeños lectores pueden proyectarse, transformarse y jugar con lo imposible como si fuera real.
El pacto ficcional que se establece entre el lector y el texto permite que incluso los más pequeños “lean” el mundo emocional de los personajes, ya a través de esa identificación, comprendan emociones humanas complejas como la tristeza, la alegría, el miedo o la rabia”.
Además, la experta recalca que “las historias que mejor alimentan esta capacidad son aquellas que respetan la inteligencia emocional del niño, que no subestiman su sensibilidad ni su capacidad de asombro.
Libros que hablan de relaciones afectivas, de vínculos familiares, de aventuras interiores y también exteriores, favorecen este desarrollo.
La lectura literaria es una experiencia imaginativa que transforma al lector, porque en ella se combina el pensamiento y la emoción.
Por eso, contar cuentos no sólo es formativo, sino indispensable: activa la imaginación, fomenta la narración oral y fortalece el vínculo afectivo con los adultos que median esas lecturas”, explica la profesional.
Viaje literario
En este aspecto, Caligrafix genera un aporte significativo y en distintos niveles. “Por un lado, ofrecemos una cuidada colección de literatura infantil y juvenil caracterizada por su alta calidad estética y literaria llamada Viaje Literario .
Estas obras, que abordan una gran variedad de temas, apelan a los lectores al funcionar como verdaderas ventanas al mundo ficcional, posibilitando experiencias imaginativas que enriquecen tanto su desarrollo intelectual como emocional.
A través de sus historias, los niños y niñas pueden identificarse con los personajes, conectarse con sus propias emociones, encontrar refugio en los relatos y, al mismo tiempo, mirar el mundo con otros ojos.
La selección de libros de Viaje Literario propone un acercamiento respetuoso a la infancia, brindando textos abiertos a múltiples interpretaciones y formas de lectura” especifica la docente.
Jugar y contar
“Por otro lado, nuestros cuadernos Jugando con los cuentos están diseñados para acompañar el desarrollo del discurso narrativo, una habilidad fundamental para los niveles de Preescolar, pues no solo les permite relatar experiencias personales, sino también comprender y construir historias.
Fomentar esta capacidad es clave en la formación de lectores y lectoras ya que les brinda oportunidades para apropiarse del lenguaje narrativo como una herramienta para expresar, pensar y transformarse”, enfatiza.
Recomendaciones para familias y docentes para apoyar activamente este proceso
La clave, según explica el profesional, “está en que los niños ven la lectura como algo natural, significativo y placentero. Cuando el libro se convierte en parte de la vida cotidiana, al mismo nivel que un juguete querido o una historia familiar, se fortalece el hábito lector y se construye una relación afectiva duradera con los libros.
Para ello, la educadora entrega los siguientes consejos:
Docentes:
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Crear un ambiente lector cotidiano, donde los libros no sean solo materiales escolares, sino parte del entorno, accesibles, atractivos y disponibles para el juego, la exploración y la conversación.
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Seleccione textos de calidad literaria y estética, que ofrezcan variedad temática, riqueza de lenguaje y una propuesta visual sugerente.
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Incorporar la lectura en voz alta y compartida como parte de la rutina del aula. Esta práctica favorece la construcción de comunidad, la alfabetización emocional y el placer de leer juntos.
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Promover el diálogo en torno a la lectura, validando las interpretaciones de los niños, haciendo preguntas abiertas y permitiendo que expresen sus emociones e ideas frente al texto.
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Respetar los gustos lectores y acompañar las elecciones personales, incluso si no siempre responden a criterios adultos. El lector se forma en la libertad de elegir.
Para padres y cuidadores:
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Ser un modelo lector: los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Ver a sus padres disfrutar de un libro, hablar sobre él o leer en voz alta en casa, es una poderosa invitación a leer.
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Establecer rutinas de lectura en casa, como el momento previo a dormir, donde se asocie la lectura con calma, afecto y disfrute compartido.
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Habilitar un rincón de lectura, aunque sea pequeño, donde los libros estén al alcance de los niños, junto a sus juguetes y no como objetos intocables.
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Visitar bibliotecas y librerías juntos, permitiendo que el niño explore y escoja lo que desea leer, según sus intereses y curiosidad del momento.
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Leer y conversar sobre lo leído, no con fines evaluativos, sino como un espacio para compartir ideas, emociones, recuerdos e interpretaciones.
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