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“Las ilustraciones cumplen un rol clave: no sólo adornan, sino que narran y complementan, ayudando a los más pequeños a anticipar, inferir y construir sentido. Además de enriquecer su vocabulario, estimula la imaginación y creatividad, ya que los invita a recrear, inventar o interpretar historias desde su propia mirada. Una mayor variedad de libros y experiencias lectoras, más amplio será el universo simbólico del niño”, explica Mónica Lepín, educadora de párvulos y editora de Caligrafix.
Los cuentos ilustrados son una herramienta fundamental en los primeros años de vida, porque permiten que los niños conecten imágenes con palabras, favoreciendo no solo el desarrollo del lenguaje, sino también el pensamiento simbólico y la memoria.
“Desde lo emocional, los libros ilustrados logran poner en palabras lo que muchas veces los niños no saben cómo expresar. A través de las historias, los personajes y sus emociones, los pequeños pueden verse reflejados y sentirse comprendidos. Además, al compartir estos cuentos con un adulto, se genera un momento íntimo de conexión que fortalece el vínculo afectivo y entrega seguridad emocional”, explica Mónica Lepín, educadora de párvulos y editora de Caligrafix .
Respecto a qué características deben tener los cuentos ilustrados para ser efectivos en la estimulación temprana, y cómo impactan en la comprensión del lenguaje y la creatividad de los niños, la educadora indica que “Un cuento ilustrado pensado para la estimulación temprana debe tener imágenes claras, atractivas y coherentes con el texto, un lenguaje sencillo, pero no limitado, y una historia cercana o significativa para los niños.
Las ilustraciones cumplen un rol clave: no sólo adornan, sino que narran y complementan, ayudando a los más pequeños a anticipar, inferir. y construir sentido Esto, además de enriquecer su vocabulario, estimula la imaginación y creatividad, ya que los invita a recrear, inventar o interpretar historias desde su propia mirada. Una mayor variedad de libros y experiencias lectoras, más amplio será el universo simbólico del niño”.
El rol del educador (a) durante la lectura de un cuento ilustrado
El profesional enfatiza que la lectura compartida es una experiencia poderosa. “Cuando un educador se sienta al lado de un niño, lo mira a los ojos, interpreta los personajes, hace pausas para preguntar o para reírse juntos, no sólo está enseñando a leer o a comprender, está validando al niño como interlocutor, como alguien digno de ser escuchado”, indica.
“Esa interacción va mucho más allá del libro, porque le entrega al niño un mensaje de valor personal. Además, es en ese diálogo donde se potencian habilidades como la comprensión, el pensamiento crítico, la empatía y la expresión oral. La lectura se transforma en un acto de amor, y desde ahí, el aprendizaje se vuelve significativo”, agrega.
El poder de la lectura como puente.
“Desde Caligrafix, creemos profundamente en el poder de la lectura como puente entre el desarrollo cognitivo y emocional. Por eso, muchos de nuestros materiales están pensados con esa intención: unir el juego, el lenguaje y la emoción. Por ejemplo, la línea ” Viaje Literario” busca justamente acercar a los niños a temas complejos como la empatía, la pérdida, la diversidad o la autoestima, a través de cuentos ilustrados cuidadosamente seleccionados y escritos por autoras y autores que comprenden la infancia desde adentro”, explica Mónica
A continuación, la educadora recomienda algunos libros ilustrados que forman parte de esta línea de Caligrafix:
“Chiche, mi ovejero”, escrita por Susana Aliano Casales, una emotiva historia que aborda el amor por los animales, especialmente por las mascotas que consideramos parte de nuestra familia. Es un libro que ayuda a los niños a comprender los vínculos afectivos y también a transitar el dolor que puede producir la pérdida.
“Leru Leru”, también de Susana Aliano, trata con delicadeza el tema del bullying. A través de una historia sensata y realista, invita a reflexionar sobre la diversidad, la empatía y cómo nuestras palabras y acciones impactan en los demás.
“Mi abuela tiene 10 años”, de Elena Dreser, una emotiva historia sobre la relación entre un niño y su bisabuela, quien le enseña a mirar el mundo desde distintas perspectivas. A través de su vínculo lleno de amor y complicidad, el niño descubre la sabiduría de su bisabuela. El relato está acompañado por ilustraciones expresivas en tonos tierra que realzan su calidez.
“Sombra”, de María Jesús Parker, es un libro álbum que explora desde la sensibilidad más profunda el sentimiento de autoinvalidación, mostrando cómo la empatía y los vínculos humanos pueden ayudar a resignificar nuestras propias sombras emocionales.
“La mujer que hablaba con los peces”, de Fidel Sclavo, es un libro de lenguaje poético que abre la puerta a una lectura más simbólica, donde el lector puede reconocerse en los estados de ánimo de una mujer adulta que, al hablar con los peces, logra reconectarse consigo misma. Un relato delicado y potente sobre el mundo interior y la búsqueda de identidad.
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