Por: Gastón Braithwaite, Gerente General de Onewaite ( https://onewaite.com/ )
Santiago, mayo 2025.- La vivienda en Chile vive una transformación silenciosa pero profunda. Mientras en Santiago los precios de las propiedades se disparan y las opciones de crédito hipotecario se vuelven cada vez más restrictivas, un número creciente de personas ha optado por una estrategia inmobiliaria que rompe con el paradigma tradicional: arrendar donde se quiere vivir y comprar donde se puede invertir .
No es casualidad. Hoy, adquirir una propiedad en comunas como Vitacura, Las Condes o Providencia implica desembolsar cifras que superan con facilidad las 10 mil UF. Y eso, para muchas familias y jóvenes profesionales, simplemente no es viable.
¿La alternativa? Mirar hacia las regiones.
Ciudades como Temuco, Pucón o Villarrica están surgiendo como polos atractivos de inversión inmobiliaria. Por precios que parten en torno a las 2.500 UF , es posible acceder a viviendas bien ubicadas, en entornos naturales privilegiados y con gran potencial de rentabilidad. Un dato no menor si consideramos el auge del turismo y la demanda creciente por llegadas temporales en estos destinos.
Más que una simple transacción financiera, esta tendencia responde a una búsqueda de calidad de vida y sentido de pertenencia.
Tener una propiedad en Pucón, por ejemplo, no solo significa una buena inversión: también es la posibilidad de vacacionar, proyectar el retiro o incluso, cambiar radicalmente el ritmo de vida en el mediano plazo.
Empresas como Onewaite , con más de 30 años en el rubro, han sabido interpretar esta necesidad. Sus proyectos en La Araucanía, especialmente en Pucón y Temuco, no solo ofrecen alternativas habitacionales, sino que también integran una mirada sustentable y moderna del desarrollo urbano. Y esto no es menor.
En un contexto donde los criterios ambientales comienzan a ser parte del análisis de inversión, tener una propiedad en una zona con alto valor ecológico y proyectos bien diseñados aumentan el valor percibido y real del inmueble.
Lo interesante de este fenómeno es que no se trata de un éxodo desde la ciudad , sino de una reorganización inteligente de los recursos personales. Las personas siguen viviendo en Santiago —por trabajo, estudio o conveniencia—, pero invierten en lugares donde el retorno es mayor y el entorno más amable.
¿Es esta una solución definitiva a la crisis habitacional en la capital? probablemente no.
Pero sí es una señal clara de que los chilenos están comenzando a mirar más allá del Gran Santiago ya explorar nuevas formas de habitar e invertir.
Quizás el futuro no esté en elegir entre ciudad o naturaleza, sino en saber combinar ambas realidades de forma estratégica y sustentable . Y eso, sin duda, está marcando un nuevo capítulo en la historia del mercado inmobiliario chileno.