Según Clapes UC, la incertidumbre económica casi se duplicó en un año, arrastrada por tensiones comerciales, trabas a la inversión y el débil dinamismo global. Pero en logística —y en buena parte del comercio internacional— la incertidumbre no es una anomalía: es la norma.
Lo complejo no es convivir con escenarios volátiles. Lo verdaderamente riesgoso es seguir operando con esquemas del pasado. Mientras el mundo ajusta sus cadenas de suministro, diversifica rutas y automatiza procesos, en Chile aún apostamos por estructuras pesadas y reactivas.
Ya no basta con mirar a China o EE.UU. como variables externas. Hoy, lo urgente es rediseñar cómo nos conectamos con el mundo. Y en ese desafío, se impone una nueva lógica: el LogTech. Trazabilidad en tiempo real, decisiones basadas en datos y capacidad de adaptación ya no son ventajas competitivas, son condiciones mínimas para no quedar atrás.
La digitalización profunda de la cadena logística debe dejar de ser una promesa y transformarse en política de Estado. En tiempos de incertidumbre, quien se adapta con inteligencia no solo sobrevive: lidera. Y Chile tiene todo para hacerlo, si decide moverse.