Más del 70% de los padres lo hace. La investigación, publicada en JAMA Pediatrics —la revista más importante del mundo en salud infantil—, fue liderada por un investigador chileno formado en la Universidad de La Frontera.
¿Qué pasa cuando los adultos revisan el celular mientras juegan, comen o pasan tiempo con sus hijos pequeños? Eso fue lo que se propuso responder Marcelo Toledo-Vargas, investigador chileno formado en la Universidad de La Frontera, en el mayor análisis global hecho hasta la fecha sobre el tema.
El estudio, publicado en JAMA Pediatrics, revisó más de 6.000 investigaciones internacionales y reveló un patrón claro: cuando los cuidadores usan el celular frente a sus hijos menores de cinco años, aumentan los problemas de conducta, baja el apego emocional, se deteriora el desarrollo cognitivo y crece el tiempo de pantalla en los propios niños.
Se trata de una conducta conocida como technoference, es decir, la interrupción sistemática de la interacción entre padres e hijos por la distracción digital. El estudio analizó datos de 21 investigaciones con más de 14.900 niños de diez países distintos. La mayoría proviene de contextos de altos ingresos, pero los efectos negativos fueron transversales.
“El celular se ha vuelto parte del paisaje cotidiano, pero eso no lo hace inocuo”, explica Toledo-Vargas. “Aunque los efectos que observamos son pequeños desde el punto de vista estadístico, el patrón es consistente: los niños reciben menos estímulo, menos respuesta y menos contención”.
El investigador aclara que el objetivo no es culpar, sino informar. “Es comprensible que los dispositivos sirvan para desconectarse del estrés diario. Pero hay momentos —como el juego, las comidas o la hora de dormir— en que dejar el celular de lado puede marcar una gran diferencia”, agrega.
Aunque este metaanálisis no incluye datos chilenos, el equipo UFRO Activate ya está trabajando en un estudio local. “Chile es un país muy digitalizado, pero todavía no tenemos evidencia concreta sobre cómo esta práctica afecta a nuestras familias”, dice el autor.
Desde el mundo académico también llegaron reconocimientos. Sarah Coyne, profesora de la Universidad Brigham Young, escribió en el editorial que acompañó la publicación: “Este trabajo pone preguntas fundamentales sobre la mesa. Cuando los padres dividen constantemente su atención, se pierden oportunidades clave de conexión, juego y aprendizaje”.
La conclusión de Toledo-Vargas es clara: “Los niños no necesitan padres perfectos, pero sí adultos presentes”.