Marcelo Muñoz, director de Global Network Trainers
Vivimos en una época única. Por primera vez en la historia, hasta cinco generaciones pueden convivir en un mismo espacio de trabajo. Lejos de ser un problema, este cruce de experiencias, valores y perspectivas es una fuente inagotable de aprendizaje y crecimiento colectivo. Pero para que esto suceda, se necesita un nuevo tipo de liderazgo. Uno que no ordene ni homologue. Uno que entienda, conecte y potencie la diversidad.
El desafío no está en las diferencias generacionales, sino en cómo se gestionan. Muchos líderes aún se aproximan al trabajo desde su propia perspectiva generacional, sin darse cuenta de que lo que para ellos es compromiso para otros puede ser flexibilidad. Lo que unos llaman respeto, otros lo entienden como horizontalidad. En vez de intentar encajar a todos en un solo molde, el verdadero liderazgo multigeneracional busca crear puentes, no imponer caminos.
Uno de los grandes errores en tiempos de transformación es subestimar el valor de la experiencia o deslumbrarse con lo nuevo. Liderar multigeneracionalmente es, entonces, un acto de equilibrio: reconocer el legado y el conocimiento acumulado, al mismo tiempo que se abraza la innovación, la tecnología y las nuevas formas de pensar el trabajo.
En este contexto, habilidades como la escucha activa, la empatía intergeneracional y la comunicación adaptativa se convierten en competencias clave. Ya no se trata de tener la respuesta, sino de hacer las preguntas correctas a la persona adecuada. Liderar no es hablar más fuerte, es escuchar con más profundidad.
Un punto de partida es desarrollar un mapa generacional del equipo. Esto se transforma en una herramienta que permite visibilizar las diferencias de estilos, valores y formas de trabajo según la generación y encontrar puntos de conexión. Esta simple práctica transforma reuniones rutinarias en conversaciones significativas.
Porque, así como aplicamos el modelo Kaizen para la mejora continua, liderar equipos multigeneracionales requiere microgestos constantes: validar, reconocer, traducir códigos y crear entornos donde cada uno aporta desde su historia y donde lo que realmente une no es la edad, sino el propósito compartido.
Liderar en este nuevo escenario es un privilegio y un desafío. Es dejar de ver a otras generaciones como barreras y empezar a verlas y sentirlas como tejido vivo de una cultura organizacional más rica, humana y resiliente. Es diseñar el futuro respetando el pasado, mientras se honra el presente.
El liderazgo multigeneracional no es solo una habilidad técnica, es una filosofía de trabajo; Una oportunidad para hackear viejas formas de dirigir y construir nuevas maneras de convivir. El talento no tiene edad. Y el futuro no se construye con una sola voz. Se construye con todas.
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