Acceleration Director de Magical
En los casi 10 años trabajando y colaborando con startups y organizaciones globales en consultoría de negocios, mi curiosidad por entender cómo se desarrollan los ecosistemas de innovación creció significativamente.
Las piezas del puzzle empezaron a encajar sin darme cuenta: en el año 2020 en Magical pasamos a trabajar 100% remoto y tras el levantamiento de las restricciones de la pandemia, tenía muchos días de vacaciones acumulados.
Desde el principio, supe cuál sería mi primer destino: cruzaría el mundo para sumergirme en las culturas de Japón y Corea del Sur.
Quería ver con mis propios ojos y vivir de primera mano la cultura que tanto me había intrigado desde la distancia. Sin haberlo planeado, esta aventura se convirtió en mi primera experiencia como nómada digital, que, para mi sorpresa, se extendió a 10 meses del otro lado del mundo.
Me encontré con una hoja en blanco, sin nadie a quien recurrir para resolver las dudas más básicas, y así, fui aprendiendo sobre la marcha mientras pasaban las semanas.
Reconozco que ser nómada digital no es para cualquiera. En mi caso, me tomó tiempo ajustar mi enfoque y adaptar este estilo de vida a mis necesidades para realmente disfrutar del proceso.
Este camino exige mucha adaptabilidad, disciplina y, sobre todo, una profunda curiosidad. Para quienes se animan a dar el salto, la experiencia puede ser increíblemente enriquecedora y ofrecer valiosas lecciones personales.
Durante este viaje, a base de ensayo y error, me di cuenta de algunos aspectos cruciales a considerar cuando te embarcas a trabajar remoto a 12 horas de diferencia.
Por eso, me gustaría compartir algunos hallazgos que fueron claves para hacer más amable mi experiencia:
Al principio, fue un desafío hacer el cambio de turista a trabajador. Fue extraño para mi cerebro interpretar que no estaba de vacaciones, aún estando rodeada con personas que no entiendo lo que dicen ni el significado de los carteles de la calle. Hay una confusión sobre qué hacemos ahí y dónde nos ubicamos.
A mi me sirvió mucho conectar con personas que compartían mi ritmo y realidad, y de ellos fui entendiendo cómo hacerlo. Lo que me sirvió mucho también fue alojarme con una persona local que me ofrecía un espacio tranquilo, cotidiano y ordenado.
A su vez, tenía mi suscripción global en un cowork que me permitía ir a la oficina como si estuviera en Santiago (hasta tiene la misma contraseña de Wifi, es el mejor plug and play que he experimentado). Durante la semana me concentraba en mis responsabilidades y los fines de semana los reservaba para explorar y disfrutar del lugar.
Establecer una rutina diaria fue fundamental para mantener mi cabeza en orden. En mi caso, tenía un horario fijo con Magical y el resto del día lo organizaba distribuido entre reuniones relacionadas con mi investigación y actividades que me hicieran conectar con la cultura local y con mis intereses.
Trabajar hasta las 2 o 3 de la mañana se convirtió en un reto sobre todo después de tantos meses. Con tantos estímulos nuevos constantemente, descansar adecuadamente es esencial. Incorporar el deporte también fue importante.
Ya sea caminando por los parques de Tokio, tomando clases de baile o recorriendo kilómetros en bicicleta a lo largo del Río Han, mantenerme en movimiento fue vital para mi salud física y bienestar mental.
Aproveché todas las oportunidades que tuve para sumergirme en la cultura local, lo que fue uno de los aspectos más gratificantes de mis meses en Asia. Interactuar con el ecosistema local me permitió abrir mi perspectiva y encontrar inspiración valiosa para mi trabajo. Participé en eventos, asistí a reuniones y exploré nuevas actividades, generando conexiones con personas increíbles que atesoro y aún perduran.
La flexibilidad es una de las habilidades más importantes que desarrollé como nómada digital. Los imprevistos son parte del viaje, y enfrentarlos sin una red de apoyo puede ser un desafío interesante.
Sin embargo, siempre aparecía alguien dispuesto a ayudarme amablemente. Adaptarme a estos desafíos y mantener una actitud positiva se convirtió en una parte esencial para disfrutar plenamente de la experiencia.
Aprendí que pedir ayuda a veces requiere creatividad, y a veces, hasta un poco de mímica en lugar de palabras.
Al mirar atrás, me doy cuenta de que mi viaje como nómada digital en el este asiático fue mucho más que una aventura. Fue un proceso de transformación personal y profesional, una inmersión en culturas que han enriquecido y ampliado mi visión del mundo.
Desde el desafío de encontrar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal en un entorno tan diferente, hasta la satisfacción de establecer una rutina que se adapta a la vida en movimiento, cada experiencia ha sido una lección valiosa en sí misma.
La oportunidad de sumergirme en el ecosistema de innovación de Tokio y Seúl no solo me permitió explorar nuevos horizontes, sino que también me enseñó a valorar la flexibilidad y la conexión con el entorno.
Cada interacción con la cultura local, cada desafío superado y cada nueva rutina establecida han contribuido a una experiencia profundamente enriquecedora.
Para quienes están considerando dar este salto, les animo a que lo hagan con una mente abierta y una actitud flexible. El camino puede estar lleno de incertidumbres y ajustes, pero también está repleto de oportunidades para crecer, aprender y descubrir.
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