El ascenso de ChatGPT de OpenAI a finales de 2022 marcó un punto de inflexión. Esto, en la percepción pública sobre las capacidades de la inteligencia artificial.
Ese éxito meteórico no solo catapultó a OpenAI a la fama global. También desencadenó una reacción en cadena entre los gigantes tecnológicos que no querían quedarse atrás.
Google, que durante años había sido líder en investigación de IA, se vio forzado a acelerar sus planes para lanzar Gemini.
Anthropic, fundada por ex investigadores de OpenAI, entró en la contienda con Claude. Un asistente de IA que puso especial énfasis en la seguridad y la alineación ética.
La entrada de Elon Musk, quien fue cofundador de OpenAI antes de distanciarse de la organización, entró en esta carrera con Grok. Desarrollado por su compañía xAI e integrado en la plataforma X (anteriormente Twitter). Esto, como una alternativa menos restrictiva. Apelando a usuarios que valoraban la libertad de expresión por encima de las salvaguardas tradicionales.
Mientras tanto, China ejecuta una estrategia nacional coordinada. Fomentando la innovación en la eficiencia computacional como respuesta directa a las restricciones impuestas por Estados Unidos. Ello, para la compra y uso de procesadores avanzados.
Empresas como DeepSeek, hasta hace poco desconocida, enviaron ondas de choque a través de los mercados financieros. Cuando alcanzaron un rendimiento comparable al de los modelos occidentales a una fracción del coste computacional. Así, poniendo en duda las inversiones y cuestionando temporalmente a NVIDIA por la posible disminución de la demanda de chips avanzados.
Simultáneamente, el creciente involucramiento de poderosos gigantes chinos como Tencent, Alibaba, ByteDance y Meituan, que invierten miles de millones para superar a sus rivales occidentales, corren con la ventaja de contar con un vasto ecosistema de servicios para desplegar IA a una escala masiva.
Lo que viene
A medida que avanzamos, es probable que veamos una mayor especialización y diferenciación entre los distintos actores.
Algunas empresas se centrarán en desarrollar modelos fundacionales de propósito general. Otras aprovecharán estos modelos para crear aplicaciones verticales altamente especializadas.
También es probable que surjan alianzas estratégicas entre desarrolladores de modelos, proveedores de infraestructura y empresas con acceso a datos o usuarios finales.
El dominio a largo plazo no será determinado por la fuerza bruta computacional. Sino por la capacidad de traducir eficazmente el poder de la IA en aplicaciones económicas y sociales tangibles. Esto, reconfigurando la economía global y el equilibrio de poder geopolítico en las próximas décadas.
En última instancia, los ganadores en esta carrera serán aquellos que no solo desarrollen la tecnología más avanzada. Serán los que también la apliquen de manera que genere el mayor valor para usuarios y clientes.
La historia de la tecnología nos enseña que no siempre gana quien tiene la mejor tecnología. Sino quien mejor entiende cómo esa tecnología puede transformar la vida de las personas.
La carrera apenas comienza, y su desenlace tendrá consecuencias que trascienden el ámbito tecnológico para afectar a la economía global, la geopolítica y el futuro de la humanidad.
Lo único cierto es que estamos presenciando el nacimiento de una nueva era. Una donde la capacidad de las máquinas para comprender y generar lenguaje humano está redefiniendo nuestra relación con la tecnología.
Y en esta nueva frontera, la batalla por el dominio apenas está comenzando.
Por Álex Cabrera, CEO de Prevsis