Quienes llegan a Florianópolis suelen imaginar sus playas infinitas, con arenas claras y un mar que se tiñe de distintos tonos de azul. Sin embargo, la isla guarda otros tesoros que se revelan al caminar por sus senderos, donde la vegetación de la Mata Atlántica se combina con miradores naturales, lagunas escondidas y comunidades que mantienen vivas sus tradiciones.
Recorrer estas rutas no solo es una forma de ejercitarse al aire libre. tTambién es la posibilidad de sumergirse en paisajes que muestran la diversidad del lugar y ofrecen experiencias diferentes a las de la clásica postal de playa. Tanto quienes viajan en familia como quienes buscan una aventura más intensa. Todos pueden encontrar alternativas que se adapten a su estilo.
Consejos prácticos para vivir los senderos
Antes de lanzarse a cualquiera de estos recorridos, conviene tener en cuenta algunos aspectos. La mayoría de los senderos atraviesan zonas de vegetación espesa y requieren calzado adecuado, agua suficiente y protección solar. En días de lluvia, varios de ellos pueden volverse resbaladizos, por lo que es mejor planificar en función del clima.
También resulta útil conversar con locales, ya que suelen conocer detalles del estado actual de los caminos, accesos alternativos o tiempos aproximados según la época del año. Y para quienes prefieren enfocarse solo en disfrutar cada sendero sin preocuparse demasiado por la organización del viaje, existe la opción de contratar paquetes a Florianópolis, que permiten resolver vuelos y alojamiento en un solo paso y dejar el resto del tiempo disponible para vivir la isla al máximo.
Los mejores senderos para conocer Floripa
1- Laguna do Peri
Entre los senderos más recomendados está el que bordea la laguna del Peri. Ubicada en la zona sur de la isla. A diferencia de otros recorridos más exigentes, aquí el terreno es bastante accesible. Permite que incluso familias con niños puedan disfrutar del paseo. El camino se abre paso entre bosques de especies nativas, donde el canto de los pájaros acompaña casi de manera constante.
Además del atractivo natural, este recorrido brinda la oportunidad de conocer un ecosistema acuático en perfecto estado de conservación. La laguna es fuente de agua potable para gran parte de la ciudad y se la cuida con especial dedicación. Quienes se animan a completar el trayecto hasta el final, descubren un espacio de calma donde detenerse y descansar junto al agua antes de emprender el regreso.
2- Lagoinha do Leste
Si hay un sendero que se menciona con entusiasmo entre locales y visitantes, ese es el de Lagoinha do Leste. El acceso no es simple: se puede llegar desde la playa del Matadeiro, con un trayecto más largo y desafiante, o desde Pântano do Sul, con un recorrido más directo pero igualmente empinado. En cualquier caso, la recompensa es una de las playas más vírgenes y espectaculares de Florianópolis.
El mar golpea con fuerza en esta ensenada escondida, y la vegetación forma un marco verde que resalta todavía más el color intenso del agua. No hay construcciones ni servicios, lo que mantiene intacto el carácter salvaje del lugar. Caminar hasta aquí implica un esfuerzo físico considerable, pero esa dificultad es la que permite que siga siendo un rincón preservado del turismo masivo.
3- Morro das Aranhas
En el norte de la isla, cerca de la playa de Ingleses, se encuentra el Morro das Aranhas. El ascenso se desarrolla en un terreno de pendiente constante que demanda algo de energía, aunque la distancia no es demasiado extensa. Lo que conquista a quienes eligen este recorrido son las vistas.
Desde arriba se puede observar la inmensidad del mar, el dibujo curvo de la playa y, en días despejados, hasta sectores de la costa continental. Es un lugar ideal para quienes disfrutan de la fotografía, ya que la luz cambia a lo largo del día y transforma el paisaje en cada visita. También suele ser elegido por los que buscan un momento de contemplación en silencio, lejos del bullicio de las zonas más concurridas.
4- Costa da Lagoa
No todos los senderos tienen como meta una playa escondida o un mirador. Algunos conducen a comunidades que conservan tradiciones ligadas al mar y a la pesca artesanal. Ese es el caso del sendero que lleva a Costa da Lagoa.
El trayecto se realiza bordeando la laguna de la Conceição, entre pasajes de selva húmeda y antiguos molinos de piedra. A medida que se avanza, aparecen casas sencillas. También muelles y restaurantes familiares que ofrecen platos de mariscos preparados de manera casera. Este recorrido permite entender la vida cotidiana de quienes habitan en la isla desde hace generaciones. Es también una oportunidad para probar sabores que no suelen encontrarse en los restaurantes de las zonas turísticas.
5- Naufragados
El extremo sur de la isla guarda otra caminata que merece la pena. El sendero hacia la playa de Naufragados. Su nombre evoca historias de barcos que encontraron aquí un final abrupto, aunque hoy lo que más llama la atención es la belleza intacta del lugar.
La caminata atraviesa un área de vegetación densa, con tramos en los que las raíces forman escalones naturales. Tras unos 40 minutos de esfuerzo, el paisaje se abre de golpe. Aparece una playa amplia, rodeada de morros y con arena clara. Allí se encuentran pequeños puestos de pescadores que ofrecen platos sencillos, lo que da un aire auténtico al sitio.
6- Morro da Coroa
Para los amantes del trekking exigente, la opción más recomendada es el sendero del Morro da Coroa. Cercano a la playa de Lagoinha do Norte. El ascenso es empinado y demanda buena condición física. Pero lo que espera en la cima es un panorama de 360 grados sobre la isla y el mar abierto.
Aquí la sensación es distinta. No se trata solo de una vista bonita. Es una experiencia en la que el cuerpo y la mente se sienten en sintonía con el entorno. La brisa fuerte, el silencio interrumpido solo por el sonido de las aves. Además de la amplitud del horizonte generan un impacto difícil de olvidar.
Florianópolis, más allá de sus playas, ofrece un mapa vivo de senderos que esperan a ser recorridos. Todo, por quienes se animen a ir un poco más allá del camino marcado.