Es frecuente escuchar entre amigos o compañeros de oficina conversaciones en la que más de alguien dice que quiere emprender.
De hecho, de acuerdo al informe “Empoderamiento para todas: apoyando mujeres emprendedoras“, presentado por Mastercard en marzo de este año. Un 75% de las mujeres y un 76% de los hombres han considerado iniciar un negocio.
Emprender, actualmente, sigue siendo visto por una inmensa mayoría como un camino difícil. Cargado de incertidumbre y con escasas probabilidades de éxito.
Lo cierto es que las dificultades, dudas y miedos son características que no son propias del emprender. Están asociadas a cualquier actividad con la que nos vinculamos.
De seguro, si no eres mecánico, como mucho aficionado, reparar una falla mecánica de tu automóvil se puede convertir en una tarea compleja. Con pocas posibilidades de éxito, asunto que para un experto representa una rutina.
Eso, aumentará la probabilidad de valorar adecuadamente la existencia de una necesidad real que resolver. Y con ello, de tener éxito en hacerlo.
Varias son las historias de emprendedores que llegaron a iniciar el proceso por necesidad. Que se enfrentaron a este camino luego de un despido laboral o un requerimiento de mayores ingresos que su actual ocupación no generó.
Hay consenso. Estar frente a una situación extrema no se busca. Menos se desea o espera. Pero la realidad es que no tenemos ninguna garantía de que no suceda.
De lo último una segunda reflexión. Es importante tener el hábito de observar. Esto, en nuestro día a día aquellos problemas y nuevos requerimientos que las personas manifiestan. Dedicar tiempo a investigar si existe una oportunidad para resolverlo.
Esto nos permitirá que, ya sea por esa necesidad o por propia iniciativa de querer hacerlo, nos ubiquemos varios pasos más adelante para iniciar con menor incertidumbre el camino del emprendimiento.
Si ya has tomado la decisión de emprender, lo común, al inicio, es concretar un primer diseño. Esto, para luego implementar una primera versión del producto o servicio que permitirá validar, tanto lo adecuado de la solución como la disposición a pagar que existe por parte de los futuros clientes.
Esta etapa implica normalmente recursos limitados que requieren ser invertidos de manera eficiente. Habiendo ya recorrido este camino, puedo decir que. Si tu producto está orientado hacia empresas, una manera eficiente de usar esos fondos es buscar y escoger un primer cliente. Que tenga la necesidad y esté dispuesto a iniciar un proceso de cocreación.
El objetivo: que esta primera versión pueda satisfacer de mejor manera las necesidades por las que fue creada. Y aunque se haya realizado una exhaustiva investigación y concretado el mejor diseño, la forma correcta de probar es que sea en un contexto real.
Con todo, está claro: tomar la decisión de emprender no es fácil. Sin embargo, un buen consejo es mantenerse abierto a la posibilidad de hacerlo, estar alerta a las necesidades no cubiertas que se observen regularmente en nuestro entorno profesional y darse la posibilidad y el tiempo de investigar y crear una solución a esos requerimientos.
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