Liderazgo presidencial: sin votos ni campaña

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Liderazgo presidencial: sin votos ni campaña

Marcelo Muñoz, director de Global Network Trainers

Presidir, en el sentido más humano del término, significa saber escuchar antes que responder. Buscar acuerdos antes que imponer. Proteger antes que exponerse y servir antes que mandar.

Bajo esa definición, se asume que un líder presidencial no se esconde. No espera que otros resuelvan y no se paraliza frente a la crítica.

Entonces, desde una visión amplia referirse a un liderazgo presidencial no es referirse a un asunto político. Sino que a ese liderazgo que aparece cuando un equipo necesita claridad.

Cuando una compañía atraviesa turbulencias o cuando un proyecto requiere visión, carácter y decisiones.

Es el liderazgo que emerge cuando la responsabilidad no se puede delegar. Cada líder vive momentos en los que, simbólicamente, se convierte en presidente de su equipo. S área o su organización.

Ese liderazgo presidencial es transversal. No tiene colores, más bien impacta. 

El concepto, aplicado al ámbito empresarial, implica exigencias profundas.

Esto, porque cuando un equipo enfrenta un conflicto, necesita un líder presidencial que ordene sin romper. Cuando una empresa atraviesa cambio tecnológico, necesita un líder presidencial que inspire sin mentir.

Cuando una organización se desmotiva, necesita un líder presidencial que vuelva a dar sentido. Y cuando aumenta la presión externa, siempre es necesario un líder presidencial que ponga el cuerpo, no la excusa. 

Liderazgo presidencial no es un cargo. Es un estándar que no exige ideología, sino que coherencia. No busca poder; busca servir.

Se trata de una impronta que no se construye desde la autoridad, más bien del carácter. Es representar a otros, tomar decisiones difíciles. También proteger la cultura, cuidar a la gente, dirigir en medio del ruido e inspirar cuando la moral cae.

Con todo, existe un desafío y un llamado, como es ser el presidente de tu vida, de tus equipos y de un proyecto. Esto, porque en algún momento tocará representar a otros, sostener una conversación difícil, tomar decisiones con información incompleta, inspirar y ser el adulto de la sala.

Ese es el verdadero liderazgo presidencial, que se ejerce sin micrófonos, sin cámaras y sin discursos.

No depende del color de una bandera, más bien del carácter. Un liderazgo que no necesita votos, sino que ideas y decisiones claras. El liderazgo presidencial es saber liderar desde la proximidad y no desde el poder.