En el mundo inmobiliario los ciclos de auge y caída suelen ser abruptos. Y pocos procesos resultan tan decisivos como aquellos que obligan a detenerse, revisar el camino recorrido y volver a empezar con mayor claridad.
Para el empresario Mauricio Lizana, el punto de inflexión está en encontrar oportunidades reales que vayan en beneficio de inversores y compradores. Por eso, su visión para el negocio inmobiliario y de parcelas va más allá de su nombre. Es parte de un diseño integral.

La experiencia de Lizana, un profesional que asegura que viene “de abajo”, construyó con esfuerzo y trabajo una reputación que lo posiciona como uno de los empresarios más exitosos e innovadores del rubro.
Esa experiencia, según Lizana, sumada a los nuevos tiempos son una oportunidad de reconstrucción profesional que hoy marcan su forma de entender el desarrollo inmobiliario y, especialmente, el futuro de las parcelas en Chile.
Lejos de una narrativa triunfalista, el recorrido de Lizana se explica mejor como una evolución.
Tras años de experiencia en áreas comerciales (primero en la banca y luego en el sector inmobiliario), aprendió a leer con precisión el comportamiento de las personas frente a decisiones de alto impacto económico.
Las lecturas que lo acompañaron y los maestros que lo formaron, como Robert Kiyosaki -a quien conoció en Chile-, lo ayudaron a comprender que “más allá del producto, lo que realmente define una compra es la confianza, la información disponible y la sensación de control que tiene el cliente sobre su decisión”, señala.
Ese aprendizaje se volvió central en una etapa decisiva del negocio inmobiliario, el cual ya dominaba. Cuando el mercado comenzó a tensionarse y a exigir mayores estándares, en lugar de esquivar ese escenario, Lizana optó por fortalecer su enfoque.
Una nueva forma de mirar las parcelas
El encarecimiento sostenido de los departamentos urbanos, la saturación de ciertas zonas metropolitanas y la pérdida de calidad de vida asociada a la densidad excesiva han empujado a miles de familias a buscar alternativas.
Las parcelas, bien desarrolladas y correctamente reguladas, aparecen como una opción que combina inversión, habitabilidad y proyección. Pero tenían un problema.
Las parcelas no son un producto marginal ni una moda pasajera. Por un lado, son una respuesta concreta a varios de los problemas estructurales que enfrenta el país. Esto, en materia de vivienda y por otro, son un motor atractivo de inversión.
Sentado en su oficina, Lizana enumera parte de la estrategia. “Revisar procesos, ordenar estructuras y profesionalizar cada dimensión del negocio”, enfatiza.
Para el empresario, el resultado de ese cambio de gestión no fue sólo un ajuste operativo. Sino un cambio de mentalidad que hoy define su liderazgo.
En ese contexto de reinvención surge una convicción que atraviesa todo su discurso actual. “No se trata solo de comprar tierra”, ha señalado en distintas instancias. “Sino de cambiar la forma en que entendemos dónde y cómo queremos vivir”.
Esa mirada conecta directamente con una tendencia al alza. Personas que trabajan en la ciudad, pero buscan vivir a una distancia razonable, con más espacio, contacto con la naturaleza y mayor libertad de uso del suelo.
Levantar un nuevo estándar
Lizana sostiene que el mercado ya está mostrando señales claras. Esto, desde su experiencia directa en ventas, desarrollo y evaluación de proyectos,
A diferencia de los departamentos destinados a renta, hoy tensionados por una ecuación arriendo/dividendo poco favorable, las parcelas presentan menores costos de mantención. Además tienen alta demanda activa y una plusvalía considerable en plazos relativamente cortos.
Pero más allá de los números, su argumento es cultural. Las parcelas representan un cambio en la forma de habitar. Casas pensadas a medida, proyectos familiares, vida semiurbana y una relación distinta con el entorno.
Esa visión también exige responsabilidad. Lizana es enfático en que este modelo solo funciona cuando se desarrolla con estándares claros. Cumplimiento normativo, factibilidad real de servicios básicos, asesoría profesional y transparencia total hacia el comprador. Sin esos elementos, advierte, el mercado pierde legitimidad y se repiten errores del pasado.
El renacer de Lizana como experto se expresa precisamente en ese punto.
En la decisión de elevar el estándar de una industria que durante años operó con reglas poco claras. Su foco ya no está en hacer más proyectos, sino en hacerlos mejor. No en vender rápido, sino en construir confianza sostenible.
Hoy, su liderazgo se articula en torno a una idea simple pero exigente. Las parcelas pueden ser parte de la solución habitacional de Chile. Siempre que se desarrollen con planificación territorial, información completa y una mirada de largo plazo.
Cuando se buscan nuevas respuestas frente a la crisis de vivienda y a los cambios en la forma de vivir y trabajar, la propuesta de Mauricio Lizana apunta a algo más profundo que un producto inmobiliario.
Su visión apunta a repensar el territorio. A recuperar la escala humana del habitar. También a demostrar que, incluso después de los momentos más complejos, es posible volver a construir con más criterio, más experiencia y más sentido.





