Esta instancia de diálogos es fundamental, ya que, si bien generó conclusiones no vinculantes, es muy informativo. Apenas se rechazó el proyecto se llamó a los diferentes actores a estos nuevos diálogos, lo cual es muestra de una buena señal.
Recordemos que la inicial propuesta de Reforma se presentó tres semanas después de finalizados los diálogos ciudadanos del año pasado, algo cuestionado por lo difícil de procesar sólo en tres semanas. Hoy, habrá que tomarse un tiempo para poder digerir lo que se habló en los diálogos que acaban de terminar. El gobierno tiene que sopesar lo que acaba de hacer desde el punto de vista de legitimidad democrática, porque además no hay mucho acuerdo, que es lo que se esperaba.
Si bien el Gobierno tiene dos alternativas -insistir con el mismo proyecto en el Senado o esperar hasta el año 2024 -, la primera opción probablemente no sea viable; es un proyecto que no pasó la prueba de la blancura, hay que modificarlo, moderar las expectativas y en el Senado así como está no se lograría los 2/3 para aprobarlo. Hay temas como el impuesto al patrimonio o el impuesto a las utilidades acumuladas, que simplemente no tuvieron el apoyo suficiente.
En estos últimos 12 años Chile ha pasado por lo menos por seis reformas tributarias. Entonces, es probable que en un par de años más, en un cambio de gobierno haya otro proyecto de reforma tributaria, que es justamente lo que no queremos que pase. Es un desgaste para la ciudadanía y conlleva un costo económico enorme.
Lo que se debe hacer es no empujar el carro de la reforma a la fuerza, se debe hacer con calma, porque hacer las cosas rápidas costará que vuelva a haber una “reforma de la reforma” (que pasó en el año 2014, en el segundo gobierno de Michelle Bachelet). La idea es que no haya otra reforma tributaria más en mucho tiempo. El Gobierno tiene una oportunidad de dar estabilidad tributaria de por lo menos 10 años. Cambiar las normas de manera tan drástica implicará un gasto macroeconómico difícil de recuperar.
En la Reforma Tributaria, una parte de la ecuación es el ingreso, pero también está el gasto del Estado. ¿Cuánto queremos que gaste el Estado? ¿Queremos que el Estado gaste mucho? Entonces, es algo que hay que poner sobre la mesa, cómo controlamos el gasto del Estado, el uso eficiente de los recursos. Entonces, es importante también contar con información sobre el gasto público y que sea lo más eficiente posible.
Pablo Bravo
Especialista en impuestos y socio de la firma Apparcel Uriarte (www.apparcel.cl)
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