Por Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario, Ingeniero Comercial, Magister en Administración de Empresas de IEDE y Master de Administración de Empresas en la Universidad de LLeida
El mercado inmobiliario chileno está frente a una situación desafiante que ha sido calificada como una “crisis” por la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios de Chile: el sobrestock de unidades.
Tenemos un gran nivel de stock, ya que hay alrededor de 100 mil unidades que no se han logrado liquidar. Además, hay una baja en el nivel de compra debido a la alta inflación. Esto ha provocado que los precios suban, ya que las propiedades se venden en UF, pero los sueldos están en pesos. Como resultado: nos califican en función de nuestro sueldo para créditos que están en UF.
La discrepancia entre los precios en UF y los sueldos en pesos ha afectado la capacidad de compra de los ciudadanos, lo que a su vez ha llevado a una disminución en la demanda de viviendas.
Este exceso de stock no solo representa un desafío comercial, sino también financiero para las inmobiliarias. El retorno de la inversión se ha visto reducido, ya que deben hacer frente a compromisos financieros y costos asociados al mantenimiento de estas unidades en stock. Para lidiar con esta situación, las inmobiliarias se han visto en la obligación de implementar descuentos y promociones como estrategia, lo que reduce su rentabilidad y genera una presión adicional en sus márgenes.
La Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios de Chile advierte que este escenario de crisis plantea una preocupación particular sobre la recolocación de la industria una vez que se liquide el exceso de stock. Esto, producto de la baja en los nuevos proyectos que hemos experimentado en los últimos años, lo que complica aún más este panorama.
La resolución de esta crisis requerirá medidas tanto del sector privado como del gobierno. Por un lado, se destaca la importancia de agilizar los procesos de “permisología” para facilitar el desarrollo de nuevos proyectos, no sólo residenciales, sino también de infraestructuras civiles. Por otro lado, se subraya la necesidad de una mayor certeza política que brinde confianza a los inversores y promueva la inversión en el sector.
El camino hacia la recuperación total del sector inmobiliario se vislumbra como un proceso que podría extenderse al menos durante los próximos 10 años. Es fundamental que tanto las empresas del rubro como el gobierno y la sociedad en su conjunto trabajen mancomunadamente para generar incentivos que impulsen la actividad y permitan superar esta crisis.
La crisis del sobre stock en el sector inmobiliario chileno representa un desafío que requiere medidas tanto a corto como a largo plazo. La colaboración entre el sector privado y el público será fundamental para superar esta situación y sentar las bases para un crecimiento sostenible en el futuro.