La primera infancia es una etapa determinante en la vida de todo ser humano. Durante estos años se establecen las bases para el desarrollo cognitivo, social y emocional. Intervenir en este momento no solo es necesario, sino vital, especialmente para aquellos niños que crecen en contextos de vulnerabilidad. Según la evidencia, los primeros años de vida marcan el resto del ciclo vital, influyendo en el comportamiento, la salud mental y el éxito académico futuro.
En este contexto, la familia juega un rol insustituible. La familia es la primera red de apoyo y el núcleo central de la sociedad, donde cada individuo comienza su vida como un ser social. Es aquí donde se aprenden las primeras emociones, se desarrollan las habilidades de comunicación y se construyen las bases del apego seguro. Sin embargo, no todas las familias cuentan con los recursos o las herramientas necesarias para acompañar adecuadamente este proceso, lo que genera brechas en el desarrollo de los niños y aumenta las desigualdades.
Programas como Kinder Power, impulsado por la Fundación Familias Primero, se enfocan precisamente en fortalecer el vínculo entre los niños y sus cuidadores, proporcionándoles a las familias las herramientas necesarias para estimular el desarrollo integral de sus hijos. Este programa ha demostrado su efectividad al preparar mejor a los niños para el ingreso al sistema educativo formal, brindándoles mayores y mejores herramientas tanto en su desarrollo cognitivo como socioemocional. Es un enfoque que no solo busca entregar herramientas a los niños, sino también a sus familias, reconociendo que los cuidadores necesitan apoyo para ejercer plenamente su rol.
Intervenir en primera infancia es una inversión para el futuro. Está comprobado tiene un retorno significativo no solo para los niños, sino también para la sociedad. Al fortalecer las competencias parentales y proporcionar un entorno adecuado para el desarrollo de los niños, se contribuye a la creación de adultos que pueden aportar positivamente a la sociedad, reduciendo así, los costos sociales asociados a la desigualdad y la exclusión.
Es necesario que desde las políticas públicas se prioricen programas como Kinder Power, que incluyen tanto al niño como a su cuidador, promoviendo una intervención integral que tiene efectos duraderos en la vida de los más pequeños. La familia, en este sentido, es el corazón de cualquier estrategia de desarrollo infantil y su fortalecimiento debe ser un objetivo clave para cualquier política pública que aspire a un futuro más justo y equitativo.
Magdalena Domeyko, directora de contenidos Fundación Familias Primero