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Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay , con 30 años de trayectoria, y una destacada carrera en la implementación del aprendizaje basado en la filosofía Montessori, comparte cómo este enfoque pedagógico se integra perfectamente con actividades al aire libre para promover el aprendizaje autónomo y el bienestar emocional de los niños.
Hoy, más que nunca, es fundamental que los niños desde edades tempranas estén en contacto con la naturaleza. En un mundo cada vez más digitalizado y acelerado, el entorno natural ofrece un espacio de calma, conexión y aprendizaje esenciales para su desarrollo integral. Estar al aire libre no sólo estimula sus sentidos y fortalece su salud física y emocional, sino que también les permite reconectar con lo esencial: observar, cuidar y valorar el mundo que los rodea. Esta relación temprana con la naturaleza forma niños más conscientes, resilientes y empáticos, preparados para enfrentar los desafíos del futuro con equilibrio y sensibilidad.
“El contacto con la naturaleza es esencial en el enfoque Montessori. No se trata sólo de enseñar contenidos académicos, sino de formar personas completas, conscientes de su entorno y capaces de autorregularse emocionalmente”, comenta Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay .
1. Ambiente preparado y exploración libre
El primer principio clave del método Montessori es la creación de un ambiente preparado. En este contexto, el entorno natural juega un papel fundamental. “Nuestros espacios están diseñados para que los niños interactúen de manera libre y autónoma, eligiendo actividades que fomenten su curiosidad, como el cuidado de un huerto o la observación de la flora y fauna local”, explica Bobadilla.
2. Aprendizaje a través de la experiencia sensorial
La naturaleza ofrece una rica gama de estímulos multisensoriales, y el contacto directo con el entorno permite a los niños aprender de manera concreta. “El simple acto de tocar la tierra, sentir el viento o escuchar los pájaros les permite concentrarse mejor y fortalecer su vínculo con el mundo natural”, señala la Directora.
3. Responsabilidad y cuidado del entorno
El trabajo en el huerto o el cuidado de los animales no sólo enseña sobre el ciclo de vida, sino que también promueve la responsabilidad y el respeto por la naturaleza. “Al cuidar el entorno, los niños aprenden que sus tienen un impacto en el mundo, lo que refuerza su sentido de responsabilidad”, comenta Bobadilla.
4. Desarrollo de la motricidad y la independencia
Las actividades físicas al aire libre, como trepar árboles o caminar sobre troncos, son esenciales para el desarrollo de la motricidad gruesa y la confianza en sí mismos. “Cuando los niños se enfrentan a desafíos físicos en un entorno natural, como cruzar un tronco o escalar una roca, desarrolla una sensación de competencia que fortalece su autoestima”, señala Bobadilla.
5. Regulación emocional y bienestar
El contacto con la naturaleza también tiene un impacto positivo en la regulación emocional de los niños. “El entorno natural les permite practicar momentos de calma, como el mindfulness, lo que les ayuda a manejar mejor sus emociones y reducir el estrés”, comenta Paulina Bobadilla.
6. Trabajo en equipo y desarrollo social
El aprendizaje social también juega un papel importante en estas actividades. “Los juegos cooperativos y las actividades grupales, como la jardinería o la construcción de refugios, fomentan la colaboración y la empatía”, afirma Bobadilla. El enfoque Montessori promueve la resolución de conflictos de manera pacífica y creativa, lo que refuerza la cohesión de grupo.
Actividades al aire libre para todas las edades.
Desde el ciclo inicial hasta la enseñanza media, los niños del Colegio Epullay tienen la oportunidad de trabajar al aire libre y explorar su entorno natural. “El colegio está emplazado en un ambiente privilegiado, en la precordillera, con amplios espacios verdes, árboles, flores y una rica biodiversidad. Esto les permite a los niños observar y aprender de la naturaleza en su máximo esplendor”, explica Bobadilla.
Además, los niños participan en salidas pedagógicas a diferentes lugares, como parques o trekking en el cerro, enriqueciendo sus aprendizajes con nuevas experiencias culturales y naturales. A partir de 1° básico, los estudiantes tienen la posibilidad de asistir a campamentos, donde realizan actividades al aire libre que promueven el desarrollo personal y la cohesión de grupo. “Esas experiencias son fundamentales para el desarrollo emocional y social de los niños”, agrega la Directora.
Fortaleciendo habilidades sociales y emocionales.
Las experiencias grupales en el entorno natural refuerzan habilidades sociales y emocionales esenciales. “Los niños aprenden a trabajar en equipo, a resolver conflictos ya ser empáticos. Estos valores son fundamentales en la filosofía Montessori y son reforzados constantemente durante las actividades al aire libre”, comenta Bobadilla.
Beneficios emocionales y cognitivos
Los beneficios de aplicar el enfoque Montessori al aire libre son innumerables. “Además de mejorar la concentración y la atención, los niños desarrollan una mayor autonomía y confianza en sí mismos. A través de la exploración y la toma de decisiones en la naturaleza, se sienten más seguros de sus capacidades”, explica la Directora. Además, la naturaleza también fomenta la curiosidad y el pensamiento crítico, elementos clave en el desarrollo cognitivo de los niños.
“El contacto directo con el entorno natural mejora la regulación emocional, lo que les permite manejar el estrés y las emociones de manera más equilibrada. Esto se traduce en una mayor autoestima y una mejor capacidad para resolver problemas”, concluye Paulina Bobadilla.