En un mundo donde la inmediatez y la sobreestimulación parecen ser la norma, lograr que niños y niñas desarrollen concentración y perseverancia parece ser un gran desafío. y, para esto, el método Montessori ha demostrado ser una herramienta efectiva para fortalecer estas habilidades desde los primeros años de vida.
“El movimiento es clave en el aprendizaje de los niños”, señala Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay , quien cuenta con 30 años de trayectoria en educación Montessori.
De hecho este enfoque educativo considera el movimiento como la manifestación funcional de la energía creadora (horme), aquella que impulsa al ser humano a desarrollarse y alcanzar su máximo potencial.
“En nuestro enfoque, los niños tienen la libertad de elegir sus actividades dentro de un ambiente preparado, lo que fomenta una concentración profunda y natural. Al poder moverse libremente y manipular materiales diseñados para el aprendizaje, desarrollan paciencia y una capacidad de trabajo sostenido que los acompañan durante toda su vida”, agrega la educadora.
Desde temprana edad, los niños trabajan con materiales concretos que les permiten descubrir conceptos abstractos por sí mismos. “Este proceso de exploración y descubrimiento genera un interés genuino en lo que están haciendo, por lo que la concentración surge de forma espontánea y se mantiene en el tiempo”, agrega Bobadilla.
Además, en el Colegio Epullay, los niños y niñas realizan gimnasia una vez a la semana con un profesor especialista en el área, donde se utilizan diversos elementos que apuntan al desarrollo de diferentes habilidades motoras gruesas.
En esta instancia, tienen la libertad de elegir qué actividad física desean realizar. Esta práctica no sólo contribuye a su desarrollo motor, sino que también fortalece su capacidad de decisión y autonomía, reforzando la idea de que el movimiento es esencial para el aprendizaje.
“Cuando un niño elige su actividad y se le da el tiempo necesario para completarla, experimenta la satisfacción de resolver un desafío por sí mismo. Esto refuerza su confianza y le da la motivación para seguir intentándolo, incluso cuando algo no resulta a la primera”, explica el profesional.
Los resultados son evidentes: niños más seguros, con una capacidad de atención sostenida y una actitud positiva frente a los retos. En un mundo donde la resiliencia y la capacidad de aprendizaje continuo son más valiosas que nunca, el método Montessori se posiciona como un modelo educativo que no sólo respeta la naturaleza infantil, sino que la potencia al máximo.
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