Por Patricio Oelckers, Gerente General de Viento Sur Seguros
En el mundo de los seguros para empresas, muchos clientes cometen un error fundamental: asumir que un seguro lo cubre absolutamente todo. La realidad no es tan así, dado que cada póliza es un contrato específico con coberturas, límites y exclusiones, que requieren que el contratante pueda dedicar unos minutos para leer y comprender lo que se va a firmar.
El mercado chileno de seguros ha experimentado un crecimiento significativo, alcanzando en su conjunto, ventas por US$7.252 millones en el primer semestre de 2024, según cifras de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), contexto que refleja la creciente conciencia sobre la importancia de resguardar nuestros activos. En nuestro caso, desde Viento Sur Seguros, también experimentamos un incremento, pasando de UF 62.000 en 2023 UF a 150.000 UF el 2024.
Sin embargo, la verdadera protección va más allá de la simple contratación de una póliza, dado que la desinformación puede llegar a ser tan peligrosa como no estar asegurado. En esa línea, lo primero que debe preguntarse cualquier persona o empresa antes de contratar un seguro es: ¿Realmente conozco el alcance de mi cobertura?
Un ejemplo de esto ocurre en los seguros de vehículos, donde muchas veces se excluyen robos para modelos más susceptibles o se exigen medidas adicionales, como la instalación de GPS, corta corriente y botón de pánico. También pasa en las pólizas de incendio, sismo y robo, donde generalmente el robo está limitado, lo que significa que el seguro no cubre todo lo despojado, lo mismo en el caso de saqueos o terrorismo.
Otra pregunta a considerar, es ¿Cuánto cuesta realmente un seguro? La prima en los contratos es la neta anual, es decir, sin IVA por el año, por lo que los intereses asociados a diferentes formas de pago, los impuestos y las condiciones específicas, pueden incrementar significativamente el costo final.
Elemento que muchas veces, como una mala práctica, no se transparenta a las personas y se da por entendido, lo que termina generando malestar en los servicios de postventa.
También, el perfil de riesgo individual juega un papel protagónico, ya que las aseguradoras realizan la evaluación del historial de siniestros de cada cliente en los últimos 5 años.
Por ejemplo: si una empresa de rent a car tiene en su historial el robo de una flota de camionetas, pero la aseguradora observa que se realizaron cambios, como la renovación de flota por otra marca o se implementaron mayores medidas preventivas de seguridad, la empresa aseguradora se encargará de mejorar las condiciones entregadas a dicho prospecto.
Por lo general, las sorpresas más desagradables suelen estar en la popular “letra chica”. Aquí, conceptos como hurto, infidelidad funcionaria (acción de un empleado que perjudica a la empresa) o coberturas parciales en transporte, pueden pasar desapercibidos.
El trabajo de las corredoras es poder ser un intermediario entre las empresas y las compañías de seguro, transparentando la información, buscar las mejores alternativas de coberturas al mejor precio y dando acompañamiento en los siniestros. Con todo lo anterior, la recomendación es simple: no firme ninguna póliza sin antes hacer un análisis.
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