Por Valentina Alvear, Gestora de Innovación y Tecnologías Educativas de Caligrafix
En pleno avance del año escolar 2025, la conversación sobre inteligencia artificial y tecnología en la educación ya no se trata de “el futuro”, sino de una realidad presente y urgente.
Las aulas chilenas están comenzando a incorporar herramientas como asistentes virtuales, realidad aumentada y plataformas adaptativas. Pero la verdadera transformación no depende sólo de los dispositivos: depende de cómo los usamos.
Hoy apostamos por una educación que equilibra innovación con pedagogía. La IA permite personalizar el aprendizaje, fomentar la autonomía y apoyar la inclusión. Sin embargo, su impacto depende del rol activo del docente. Por eso, formar a los educadores en competencias digitales y pensamiento crítico es hoy una prioridad.
El desafío está en implementar estas herramientas sin profundizar las brechas ya existentes.
No todos los estudiantes cuentan con conectividad o acceso a dispositivos, y eso obliga a pensar en soluciones inclusivas desde el diseño. En ese contexto, la formación docente y el acompañamiento institucional son fundamentales para asegurar que nadie quede fuera de esta transformación.
Desde nuestra experiencia, el uso de tecnologías como la realidad aumentada, los recursos adaptativos y asistentes como SIMA Robot permiten que los niños y niñas aprendan de manera más autónoma, conectando el juego con la exploración del lenguaje.
Esta combinación de recursos físicos y digitales es lo que llamamos Educación Aumentada: una metodología que enriquece la experiencia de aula sin desplazar la enseñanza tradicional, sino potenciándola.
La clave está en integrar la tecnología con propósito, entendiendo que su valor real no radica en la novedad, sino en su capacidad para adaptarse a las necesidades reales del aula.
Cuando la tecnología se pone al servicio de la pedagogía –y no al revés–, se abre un camino hacia una educación más significativa, motivadora y accesible para todos.
Hoy más que nunca, necesitamos una comunidad educativa abierta a experimentar, a equivocarse ya aprender junto con sus estudiantes. Porque la educación no cambia con una aplicación, sino con docentes empoderados, metodologías inclusivas y un sistema dispuesto a innovar con sentido.