Futuro del trabajo en construcción

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Por Andrea Avila, CEO de Randstad para Argentina, Chile y Uruguay

Cuando hablamos del futuro en general, y del futuro del trabajo en particular, no hay manuales ni gurús que puedan predecir qué nos espera.

Estamos envueltos en un sistema complejo en el que las variables de cambio son tantas, e inciden unas con otras abriendo miles de posibilidades de evolución y resultados, que hacen virtualmente imposible anticipar lo que viene.

La revolución tecnológica que estamos viviendo se da a un ritmo nunca antes visto y la duración de los ciclos es cada vez más corta, por eso muchos temas tienen bibliotecas divididas, por ejemplo en relación a la amenaza de reemplazo del trabajo humano por parte de la tecnología, los robots y, especialmente, la inteligencia artificial.

Está la biblioteca pesimista, que dice que ese proceso dejará a millones sin empleo, y la biblioteca optimista, que opina que esto ya pasó varias veces en la historia de la humanidad y que si bien hay destrucción de empleo, también hay generación de otros en reemplazo.

Pero donde no hay dudas es en el impacto que la tecnología tiene en la vida útil de los conocimientos y las habilidades laborales y por eso la necesidad de generar un reskilling masivo de la fuerza laboral.

En general, no estamos tomando conciencia de la velocidad de este fenómeno. Muchos hablan de la tecnología como la profesión del futuro, pero la realidad es que no sabemos a ciencia cierta cuáles serán las carreras del futuro, pero sí sabemos que las profesiones de tecnología son las del presente.

Lo que estamos viendo con la explosión de ChatGPT y otras iniciativas de IA generativa es que los avances son gigantes y que la frontera de lo posible se corre mucho más allá de lo que se pensaba hasta hace muy poco.

Un ejemplo de esto se da en trabajos creativos como la composición musical o el diseño, espacios de predominancia del trabajo humano y que hoy vemos que la IA puede aportar y mucho.

Y si bien las particularidades de la matriz productiva y otros componentes del contexto económico y social de cada país harán que el impacto sea mayor o menor, o que llegue más o menos tarde, lo cierto es que no hay país que esté preparado para lo que nos espera.

El mundo del trabajo tiende a una mayor complementación y convivencia entre humanos y máquinas.

En poco tiempo, veremos una mayor interacción y cooperación en tareas laborales entre máquinas, bots y, sobre todo, los “trabajadores digitales” basados en IA, trabajando a la par de los humanos.

Y ahí es donde las habilidades blandas, territorio exclusivo de los humanos, marcarán la diferencia en términos de empleabilidad.

El fenómeno de la IA generativa, y su irrupción en el debate público masivo, nos confirma que 2025 será el año en que la IA despliegue todo su potencial.

Algo que no está exento de controversias ya que, en algunos casos, estas herramientas empiezan a considerarse parte formal de la fuerza laboral en las organizaciones.

Esto hace ineludibles las definiciones de ética y regulación, tanto como para asegurar el control humano y la eliminación de sesgos, como para que en lugar de reemplazar a las personas, las ayuden a ser más productivas y a obtener resultados de mayor valor en sus tareas laborales.

Por otro lado, el avance de la digitalización hace inciertas las competencias y las habilidades que los trabajos del futuro van a demandar. Por eso decimos que estamos frente a un cambio de paradigma.