Erika Sáenz, Commercial Manager en International Line
En un mundo cada vez más interconectado y, al mismo tiempo, marcado por tensiones geopolíticas, fenómenos climáticos extremos, disrupciones en rutas comerciales y cambios regulatorios repentinos, el transporte internacional se enfrenta a desafíos permanentes. Para quienes somos parte activa de esta cadena, como freight forwarders global, la clave para sortear las dificultades está en anticiparse, adaptarse y, en especial, mantener una comunicación clara y oportuna con el ecosistema.
Durante el último tiempo, hemos sido testigos de acontecimientos que han afectado directamente el flujo logístico internacional: desde conflictos en zonas estratégicas, como en el Mar Rojo, hasta restricciones en puertos clave, crisis energéticas y nuevas normativas en materia de aranceles, seguridad y medio ambiente. Frente a este escenario, la principal responsabilidad de los que participamos en esta industria es entregar información precisa, tomar decisiones basadas en datos perfectos y trabajar de forma colaborativa con todos los actores involucrados: navieras, aerolíneas, operadores terrestres, autoridades y, por supuesto, con los clientes.
Porque, justamente, la tranquilidad de los clientes proviene no solo de mover la carga de un lugar a otro, sino que de acompañarlos en cada etapa del proceso con visión estratégica y capacidad de respuesta. Y, aunque el contexto mundial pueda seguir cambiando, es así cuando se reafirma el compromiso de una logística transparente, ágil y resiliente.
El transporte internacional seguirá cumpliendo su misión esencial de conectar mercados y personas. Y a las compañías del área se les exigirá estar firmes, conectando decisiones con soluciones, en movimiento constante, pero con una mirada siempre puesta en la confianza, la seguridad y la excelencia operacional.