La fórmula, creada por un equipo de la Universidad de La Frontera, busca ofrecer una alternativa más segura para la piel. Con mejor absorción y sin efectos agresivos, al tiempo que reduce el impacto ambiental de los productos cosméticos convencionales.
Actualmente, se encuentra en fase de prototipo y en proceso de licenciamiento para su futura aplicación industrial.
Un equipo de científicos de la Universidad de La Frontera (UFRO) desarrolló una innovadora crema humectante. Formulada a partir de un biosurfactante natural, obtenido de una bacteria antártica.
Este compuesto tiene la capacidad de reemplazar ingredientes sintéticos ampliamente utilizados en cosmética. Como el lauril sulfato de sodio, y ofrece una alternativa más segura para la piel, biodegradable y con mejor absorción.
Además, la fórmula incluye aceite reciclado en su composición. Lo que permite disminuir los residuos industriales y reducir el impacto ambiental. También, el proceso de producción ahorra en energía ya que no requiere temperaturas elevadas.
“Estamos logrando una fórmula eficaz, estable y biodegradable, sin elevar los costos actuales de formulación. Lo que abre la puerta a una cosmética más limpia y accesible”, destaca el líder de la línea de investigación en UFRO. Dr. Claudio Lamilla, quien trabaja en conjunto con la Dra. Olga Rubilar. Directora de un proyecto Fondef Idea (ID24I10152) donde se enmarca esta iniciativa.
Este desarrollo ocurre en un contexto en que la ciencia mira cada vez más hacia los ecosistemas extremos. Como fuentes de innovación biotecnológica. La Antártica, en particular, se ha vuelto un laboratorio natural clave. Sus microorganismos han desarrollado la capacidad de sobrevivir en condiciones extremas de temperatura. Salinidad o sequedad, produciendo compuestos únicos. Con aplicaciones en sectores como la farmacología, la agricultura, la cosmética o la biorremediación.
Chile, por su posición geográfica, tiene una ventaja estratégica en este campo. Según datos del Instituto Antártico Chileno (INACH), más de 1.300 científicos de 55 países realizan investigaciones en la Antártica. Generando más de 300 publicaciones científicas ISI cada año. Este ecosistema extremo se ha transformado en un motor de descubrimientos con alto potencial para distintas industrias.
Proyecto comenzó en 2016 con dos expediciones científicas al continente blanco. El equipo recolectó más de 300 cepas bacterianas en distintos lugares del territorio. En su mayoría con presencia de contaminación documentada. Donde se sabe que los microorganismos generan biomoléculas para adaptarse y sobrevivir.
De esa búsqueda surgió la cepa Streptomyces luridus, aislada desde suelos rizosféricos asociados a Deschampsia antarctica. Una de las pocas plantas que crecen en la región.
“En la Isla Decepción logramos aislarla desde las raíces de esa planta”, detalla el investigador. Quien es doctor en Ciencias mención Biología Celular y Molecular de UFRO. A diferencia de otras cepas que requieren más de 30 °C para generar biosurfactantes. Esta bacteria funciona en frío, lo que permite reducir los costos de calefacción en la producción industrial.
También se analizó su capacidad de actuar sobre petróleo durante una etapa de tesis del equipo en Brasil. Y posteriormente se descubrió que el biosurfactante producido ayuda a degradar plaguicidas.
Actualmente, el equipo avanza en la producción a mayor escala, con el objetivo de pasar de un litro a 20 litros de biosurfactante para validar su efectividad en entornos industriales. Además, está en proceso el patentamiento del uso del biosurfactante para fines cosméticos, y se proyecta una transferencia tecnológica a la empresa biotecnológica N-active, interesada en escalar el desarrollo por su foco en soluciones naturales para la industria cosmética y nutricosmética.
En paralelo, se trabajan nuevos prototipos con funciones específicas, como protección solar, antioxidantes o efectos despigmentantes. “Podemos competir con grandes marcas desde Temuco, con ciencia aplicada, sustentable y de frontera”, afirma Lamilla, desde el Centro de Excelencia en Investigación Biotecnológica Aplicada al Medio Ambiente (CIBAMA) de UFRO.
El potencial de esta bacteria no se limita al área cosmética. El equipo se adjudicó fondos para estudiar su aplicación en el sector agropecuario, y evalúa su uso en alimentación, farmacología y medioambiente. Entre los posibles desarrollos futuros figuran aplicaciones en biorremediación de derrames de petróleo, aditivos alimentarios, o incluso con propiedades probióticas o metabólicas.
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