Pero a partir de hoy, el 100% —desde grandes bancos hasta pequeños e-commerce— están obligadas a demostrar cumplimiento activo, trazable y documentado de cada tratamiento de datos personales. O enfrentar consecuencias que podrían ser devastadoras.
Las sanciones son de alto voltaje. Multas de hasta 20.000 UTM o el 6% de las ventas anuales.
Además de la posibilidad de demandas colectivas, auditorías obligatorias, bloqueos regulatorios e irreparable pérdida de confianza. Esto, por parte de clientes, socios y fondos de inversión.
La nueva Agencia de Protección de Datos Personales tendrá facultades para fiscalizar. También para ordenar auditorías, exigir correcciones, imputar infracciones y paralizar operaciones. Esto, si se detectan vulneraciones graves.
Es la primera vez que una institución estatal tendrá dientes reales para proteger los datos de los ciudadanos. Además de exigir rendición de cuentas al sector privado.
“La protección de datos ya no es una sugerencia. Es ley, es ética y es supervivencia corporativa”, advierte Adela Gómez, abogada UC y experta en compliance normativo Y CLO de Digital eXP Chief Legal Officer.
En este nuevo escenario de alta exigencia legal y tecnológica, empresas como Digital eXp están tomando la delantera.
Han creado un Modelo de Prevención de Multas. Además de diagnósticos, talleres y planes de gobernanza de datos enfocados en áreas críticas como Legal, TI y Marketing.
“No basta con tener antivirus o un buen proveedor cloud. Esto va mucho más allá”, señala Cristina Fritz, Co-founder y CXTO de Digital eXp.
“La ley exige que el diseño de sistemas incorpore la privacidad desde el inicio. Es un rediseño cultural, legal y técnico. Las empresas deben repensar su arquitectura digital. También sus flujos de datos, sus bases legales y su modelo ético de negocios”.
La Ley reconoce formalmente derechos como el acceso, la rectificación y la eliminación de datos personales. Las empresas deberán pedir consentimiento informado. Explicar con claridad cómo usarán la información y adoptar medidas de seguridad obligatorias para prevenir filtraciones.
También accesos no autorizados o usos maliciosos. En otras palabras. El tiempo de esconder bases de datos en hojas de cálculo internas o de usar correos de clientes sin permiso… se acabó.
Este hito legal pone a Chile en la línea de los estándares europeos de protección de datos (como el GDPR). Pero el desafío es mayúsculo. Miles de empresas no están listas, muchas ni siquiera saben qué datos manejan o cómo los usan.
Otras ni siquiera han formalizado su inicio de actividades ante el SII. Sin una cultura digital sólida, la implementación será desigual, conflictiva y —en muchos casos— costosa.
¿Qué viene ahora? Un terremoto normativo. Donde las empresas tendrán que invertir, capacitarse y repensar su modelo de negocio si quieren seguir operando. O enfrentar el escarnio público, las sanciones millonarias y la extinción reputacional.
Porque en la era de la economía digital, la confianza no se gana con slogans. Se gana protegiendo los datos de las personas. Y eso, desde hoy, es ley.
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