En pocos años, se han generado varios puntos de inflexión en la forma de hacer negocios y obtener rentabilidad en Chile. El primer punto de inflexión fue la revuelta social, en donde antes de esto la forma en que las empresas se relacionaban con el mercado era prácticamente una constante: empresas grandes seguían abarcando lo mismo o más. Tras ello, la pequeña y mediana empresa fue afectada de forma rápida y directa, viviendo un mundo apocalíptico en un abrir y cerrar de ojos, pero con esperanza. El segundo punto de inflexión fue la pandemia, la cual cambia las reglas generales del juego, moviendo aguas en las grandes empresas. Entrar en detalle es innecesario, ya que hemos leído mucho en estos últimos casi 3 años.
El tercer punto de inflexión es un paquete de situaciones que nos tienen hasta hoy viviendo en la desesperanza: la guerra Rusia-Ucrania, el cambio de gobierno, el aumento progresivo de la inflación, la devaluación del peso, dólar al alza, IVA a los servicios… Y me detengo aquí, solo por bondad.
El IVA en los servicios puede tener una finalidad noble, pero en el actual escenario que vivimos nos dejó mal posicionados en el mercado. La actual legislación genera recortes en los presupuestos y limita a empresas para contratar servicios, lo que conlleva a detener el desarrollo de las pymes principalmente. Nuevamente nos toca enfrentar un camino que de por sí es difícil, pero ahora peor ubicados dentro del comercio.
Tras este escenario, la liquidez se ha vuelto el oxígeno del ciclo de vida de las empresas. El retraso en el pago de las facturas y la imposición del IVA ha llevado a que el escenario -desde enero en adelante- sea uno de los más complejos en décadas. La liquidez necesaria hoy en día y la banca privada están en una etapa de discordia, el acceso a capital de trabajo por medio de préstamos es toda una hazaña, entre un aumento excesivo de documentación a presentar, garantías irrisorias, un comportamiento ejemplar de varias generaciones hacia atrás y un equipo de Compliance taimado, chocamos con una muralla cada vez más alta.
El apoyo del Gobierno se ha hecho presente con un Crédito con Aval del Estado, lo que supone un gran alivio para muchos, pero que, en estricto rigor, es un gran desafío poder optar a él. Primero, el oficio se publicó a principios de diciembre, día 3 para ser exactos, pero sin el reglamento operativo, lo que es una declaración a los cuatro vientos guardada en una caja de seguridad cerrada al vacío. A fines de diciembre se entregó más detalle, sumando una cantidad de documentos impensados para la sola postulación. Hace un par de años atrás, el acceso al Fogape era casi automático, te informaban por correo que existía un monto preaprobado para tu empresa, ingresabas a la página del banco, aceptabas las condiciones y en minutos tenías el capital en tu cuenta. De todas formas, entrega un rayo de luz en este túnel que recién comienza.
Con esto se me viene a la cabeza el clásico sticker de almacén de barrio: “Hoy no se fía, mañana sí”, ya que vivimos con la esperanza que las medidas o condiciones con los bancos puedan cambiar el día de mañana, para que esta vez nos permitan desarrollar en igualdad de condiciones nuestras empresas.
Hugo Castro
Gerente General de Cobranex
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