“MUCHOS DE LOS CONFLICTOS QUE NOS ENFRENTAMOS COMO SOCIEDAD, SON PRODUCTO DE LA FALTA DE FORMACIÓN EN HABILIDADES SOCIOEMOCIONALES”

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Francisca Astudillo, Máster en Educación de la Universidad de Harvard y Fundadora de Eventuras

Mi amor por la educación socioemocional tiene sus raíces en el movimiento scout. Fue allí donde me di cuenta de que las habilidades socioemocionales constituyen un superpoder que se puede aplicar a lo largo de toda la vida, ya que permiten adaptarse a diferentes contextos, superar dificultades, hacer amigos y perseverar hasta alcanzar los sueños.

Durante muchos años, anhelé que las niñas y niños en Chile pudieran acceder a este superpoder. Ese sueño se materializó en 2019 con Eventuras, el resultado de colaborar con otros que compartían esa misma visión, como la escuela “Eventurera” de la Fundación Nocedal, en Trigales del Maipo. Tanto la directora, Andrea Gumucio, como yo, sentíamos pasión por la educación socioemocional debido a su gran potencial para reducir problemas de conducta, mejorar la convivencia escolar y crear un futuro de bienestar para los niños y niñas. Ambas coincidimos en que el enfoque no consistía en reinventar la rueda, sino en traer programas a Chile con evidencia de resultados. Así nació la primera versión de nuestro programa IncreíbleMente.

Es sumamente importante que los niños y niñas reciban educación socioemocional formalmente en la sala de clases. Existe evidencia científica que demuestra que esta educación ayuda a reducir problemas de conducta, fomenta conductas prosociales en los niños y disminuye el estrés académico. Esta mejora en las actitudes, a su vez, incide positivamente en el rendimiento académico de los estudiantes. En resumen, el aprendizaje socioemocional constituye la base de todo tipo de aprendizaje y, sin duda, es la vía para construir una sociedad más empática, tolerante y amable.

Cuando hablamos del futuro de los jóvenes, desarrollar habilidades socioemocionales resulta fundamental para su éxito laboral y personal. En este sentido, numerosos estudios también respaldan que las personas con un mayor nivel de estas habilidades tienen más oportunidades laborales y experimentan un mayor bienestar en general, ya que cuentan con herramientas más sólidas para enfrentar los diversos desafíos que surgen a lo largo de la vida y en todas las áreas.

Siempre me preguntan si existe una edad específica para aprender habilidades socioemocionales. La verdad es que, si bien los seres humanos tienen la capacidad de desarrollar habilidades socioemocionales a lo largo de toda su vida, la experiencia y la evidencia científica indican que es ideal desarrollar estas habilidades desde muy temprana edad para prevenir situaciones que resultan más difíciles de corregir cuando ya son mayores. Por ejemplo, situaciones de acoso escolar o adolescentes que reaccionan de manera impulsiva o agresiva cuando enfrentan situaciones de enojo.

En este aspecto, los profesores juegan un papel sumamente importante. Las habilidades socioemocionales deben adaptarse a diferentes situaciones de la vida, como aplicar la empatía para ayudar a un compañero triste, emplear habilidades de resolución de problemas ante conflictos entre estudiantes o perseverar cuando un niño o niña está frustrado/a y tentado/a a rendirse en una tarea de matemáticas. Es crucial que los profesores puedan orientar a los niños en esos momentos, y el vínculo afectivo que establezcan con ellos es esencial para que estas lecciones de vida calen hondo. Por ello, en nuestro programa IncreíbleMente trabajamos en estrecha colaboración para que los profesores sean más que meros transmisores de conocimiento, convirtiéndose en auténticos guías de vida.

Por otro lado, las familias y los cuidadores de los niños y niñas también desempeñan un papel relevante en este proceso, ya que son los primeros en enseñar habilidades socioemocionales, como regular las emociones, usar palabras para expresar deseos, ser amables, entre otros ejemplos. Al igual que apoyamos a los profesores, en IncreíbleMente ofrecemos talleres a los padres para que puedan continuar con este proceso a medida que sus hijos crecen. Por ejemplo, proporcionamos estrategias para fortalecer la autoestima, técnicas para reconocer y recompensar conductas positivas y enfoques para acompañar a sus hijos en la resolución de conflictos sociales.

Estoy convencida de que si todos tuviéramos acceso oportuno a las herramientas que brinda la educación socioemocional, podríamos construir una sociedad mejor y un mundo mucho más justo y afectuoso. En última instancia, muchos de los conflictos que enfrentamos como sociedad son precisamente consecuencia de la falta de formación en habilidades socioemocionales: carencia de empatía y compasión entre nosotros, dificultad para manejar emociones intensas y falta de destrezas para buscar soluciones a conflictos y evaluar sus consecuencias antes de tomar decisiones. La vida está repleta de desafíos que a menudo nublan nuestro juicio si no estamos preparados para afrontarlos. Esa es la esencia de la educación socioemocional: un entrenamiento para encarar dificultades y aprovechar las oportunidades que nos presenta la vida.

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