El reciente Índice de Transformación Digital de la CCS, nuevamente ratifica que las empresas de la Región Metropolitana van más aventajadas que las de regiones, donde la zona norte ha retrocedido levemente y la zona centro-sur ha mantenido un nivel estable, sin variaciones significativas, desde 2020.
Si bien es cierto, a nivel país, el estudio arroja un avance hacia la madurez digital de tres puntos sobre el informe anterior, en la empresa privada, lo cierto es que resulta preocupante la persistente diferencia entre la capital y las demás regiones, así como la brecha entre grandes y pequeñas empresas.
Asimismo, llaman la atención los datos arrojados por la Facultad de Economía y Negocios, FEN, de la U. de Chile, respecto del Índice de Madurez de Transformación Digital (IMTD), en el sector público, donde el 63% de las instituciones está en un nivel inicial (17%) y principiante (46%), lo que obligó a aplazar al 2027 el cumplimiento de la Ley de Transformación Digital del Estado.
Avanzar hacia una madurez digital implica liderazgos que sean capaces no solo de motivar, sino también involucrar y gestionar una estrategia clara, con recursos y talento adecuado para incorporar tecnologías avanzadas, como inteligencia artificial, big data y ciberseguridad, que junto a la digitalización de procesos claves de gestión, son la llave maestra para lograr democratizar la digitalización, tanto a nivel público como privado y a lo largo de todo el país.
Es ahora cuando las organizaciones, sobre todo las que están más rezagadas, pueden dar un salto en su digitalización, impulsando y adoptando, por ejemplo, la Inteligencia Artificial, pues ya es sabido, como lo remarca la CCS, que aquellas que logren avances significativos en esta materia son las mismas que tendrán mayores ventajas competitivas.
Para eso, es sumamente relevante actuar ahora en base al objetivo-país que ponga en el centro a la tecnología como eje de desarrollo, avance y crecimiento; crear e impulsar una cultura digital que promueva y democratice de manera transversal la adopción tecnológica; construyendo una infraestructura adecuada para levantarla y mantenerla, así como capacitando e instruyendo al talento adecuado.
Sin embargo, ese desafío tiene que ser transversal al país. No es posible que la brecha entre grandes y pequeñas empresas, de Santiago y regiones, entre público y privados, siga ampliándose. Avanzar hacia una madurez digital es, enfáticamente, tarea de todos.
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